Noté como una ráfaga de aire me inundaba por completo,
calentando mi cuerpo envuelto en una especie de sábana térmica que mantenía mi
calor corporal.
Intenté levantarme a pesar del dolor de cabeza que inundaba
mi cuerpo de dolor y calambres.
-No hagas movimientos bruscos- dijo una voz desde el umbral
de la puerta.
Me giré asustada y me encontré con un chico alto, moreno y
con unos ojos marrones brillantes, iluminados por la luz de las velas.
-¿Quién eres tú?- pregunté con un hilo de voz. Lo último que
recordaba era haber caído en un estanque
donde me había quedado inconsciente.
-Yo soy Liam- dijo estrechándome la mano. La miré durante
unos segundos negándome a aceptar su bienvenida. No lo haría hasta que me
explicase que hacía en aquel extraño lugar.
Tras captar mi indirecta, Liam bajó la mano y la metió
dentro del bolsillo de su sudadera negra.
-¿Qué hago aquí?- pregunté mirando a mi alrededor. Supuse
que me encontraba en una cabaña, a juzgar por la leña y la pequeña fogata
situada en medio de la estancia. Las paredes eran de troncos colocados
verticalmente, de manera que pudieran sostener todo el peso de la cabaña.
Había una alfombra en el suelo, recubierta de paja, donde
yacían varias pieles de animales.
-Te rescaté- se limitó a decir Liam. Le miré extrañada
pidiendo más información pero este negó la cabeza negándose a mi petición.
-¿A qué te refieres con que me rescataste?- pregunté
frunciendo el ceño. Liam me miró con una sonrisa meditando su respuesta.
-Te encontré en la orilla del estanque cuando fui a recoger
agua- se acercó a mí y se sentó a mi lado, dejando un significante espacio
entre nuestros cuerpos.
Le miré confundida intentando asimilar lo que me acababa de
decir. Un chico completamente desconocido para mí, me había salvado la vida.
¿Qué se supone que debería de hacer?
-Tengo que irme- me levanté de la cama dispuesta a salir
fuera de la cabaña cuando me di cuenta que iba en ropa interior. Solté un grito
e intenté taparme como pude, de manera que Liam no tuviese la oportunidad de
ver mis partes más íntimas. Corrí hacía la cama donde había estado tumbada
minutos antes y me envolví en la sábana.
-Tranquila, que no me voy a asustar.
Liam soltó una fuerte carcajada y se cruzó de brazos
mirándome con una mirada divertida. Parecía que se estaba divirtiendo con todo
aquel asunto, sin embargo yo no le veía la gracia.
Cuando conseguí enrollarme por completo miré a Liam
amenazante.
-¿Me rescataste con ropa interior? ¿O es que te dio por
quitármela?- pregunté intentando controlar mi furia interna.
-Bueno… estaba muy mojada y no quería que te resfriases, así
que te la quité- al oír estas palabras no pude controlarme y le di un bofetón
en la mejilla derecha.
Como acto reflejo me agarró por la muñeca con cara de dolor.
La sostuvo con fuerza hasta que un gemido salió de mis labios.
-Suéltame- rogué con un hilo de voz. Liam me soltó con delicadeza y observó cómo
salía un hilo de sangre de la herida.
La herida había sido provocada por una astilla que se había
clavado en mi piel, justo en el momento de la huida, cuando derrumbé la puerta
de aquella habitación.
-¿Cómo te has hecho esto?- preguntó Liam examinando la
herida. Aparté el brazo de un tirón y me giré en dirección opuesta, dándole la
espalda.
No quería hablar con él. No quería mirarle a los ojos. No
quería su ayuda.
-Me caí y me raspé en el brazo- mentí. Liam asintió y me agarró suavemente de la
muñeca sana dirigiéndome a una mesa donde había todo tipo de vendas y hiervas
curativas.
-Voy a curarte- asentí y dejé que Liam me limpiase la herida
y me la vendase con delicadeza. Sentía cierto dolor pero había superado cosas
peores y no iba a derrumbarme por un simple corte en la piel.
-Gracias- dije una vez que había terminado de vendar mi
brazo. Liam me miró y se limitó a sonreír cálidamente.
-Descansa un rato, debes de estar agotada- objetó Liam
señalando la cama. Asentí y me tumbé en ella.
Contemplé aquel lugar. Una cabaña
pequeña y acogedora perdida en medio del bosque.
Me imaginé lo que sería vivir en un lugar así toda la vida y
me dieron escalofríos de tan solo pensarlo. Tras varios minutos de observar
como Liam tallaba pequeñas figuritas de madera, intenté conciliar el sueño pero
las pesadillas atormentaban mi mente.
Cuando por fin logré dormirme por completo una terrible
pesadilla aterrizó en mi subconsciente, atormentándome.
“Comencé a correr
por el bosque buscando una salida. Las ramas me raspaban las piernas y los
brazos pero eso no me impedía seguir corriendo.
Tenía que huir
de las garras de aquel chico que se hacía llamar Louis. Sus pasos se oían a
pocos metros de mí y mi miedo aumentaba por completo.
-¡Corred! Se
está escapando- oí gritar a Louis. Una chispa de esperanza surgió en mi
interior al oír aquellas palabras.
¿Podría
escapar? Toda esperanza se esfumó cuando oí sus pasos más y más cerca. Mi mente
estaba aterrorizada. Me costaba pensar con claridad.
El único foco
de luz que tenía era la tenue luz de la luna que apenas iluminaba la copa de
los árboles.
Seguí corriendo
sin importarme la cantidad de luz de la que dispnía. Solo quería escapar.
De repente
algo se enredó en mi tobillo y me tiró al suelo. Intenté liberarme de la
presión que ejercía aquel material extraño sobre mí pero era demasiado duro
como para duchar contra él.
Los pasos se
acercaban y cuando quise darme cuenta, estaban delante de mí, iluminándome con
una linterna.
-Ha llegado la
hora- anunció el chico cuyo pelo enmarañado presentaba miles de rizos
alborotados.
-Cállate
Harry- objetó la chica dándole un codazo. Aquella era la chica que había visto
en la mansión de Louis, horas atrás.
Esta, esbozó
una sonrisa al ver mi expresión de pánico. Se acercó a Louis y le susurró algo
al oído que no fui capaz de entender. Él asintió y sacó una pistola del
bolsillo trasero de su pantalón.
La levantó en
el aire para después apuntarme con ella amenazadoramente. Sonrió cálidamente y
ahogó una carcajada antes de apretar el gatillo de la pistola apuntando hacía
mi corazón.”
-¡No!- grité aterrorizada incorporándome en la cama. Miré a
mi alrededor comprobando que todo hubiese sido un sueño, y no me equivocaba.
-¿Te encuentras bien?- preguntó Liam con expresión
preocupada. Se acercó a mí y me acarició el pelo paternalmente.
Negué con la cabeza respondiendo a su pregunta anterior. No
me encontraba para nada bien.
-Creo que no es agradable tener una pesadilla donde tu
secuestrador te apunta con una pistola directamente al corazón y te pega un
tiro ¿Verdad? –pregunté sarcásticamente.
Liam hizo una mueca y me miró fijamente.
-¿Secuestrador? –preguntó frunciendo el entrecejo.
Mi estómago se comprimió al oí aquello. Había hablado sin
pensar y ahora sufriría las consecuencias.
-Olvídalo- hice un gesto con la mano quitándole importancia
al asunto. No quería hablar de aquello con nadie que no fuese la policía y
menos con un extraño que acababa de conocer.
-_______, puedes contarme lo que quieras ¿Vale?- susurró
Liam sentándose en el borde de la cama.
-Te… te acabo de conocer- dije en un susurro. Ladeó la
cabeza y me miró con una sonrisa.- No sé nada de ti.
-Bien, pues empecemos con las presentaciones ¿Te parece?- me
preguntó con una sonrisa sincera. Asentí y apoyé mi espalda contra la pared,
arropándome con la suave manta que me cubría hasta los hombros.
-Yo soy Liam Payne, y tengo 20 años- abrí los ojos como
platos al oír aquello. ¿19 años? Uau, parecía mucho mayor.
-Yo soy _____ Stone y tengo 17 años- informé con una tímida
sonrisa. Liam me agarró la mano y me miró consternado.
-¿Qué te parece si mañana seguimos con las presentaciones?-
preguntó alzando las cejas- creo que lo mejor sería que descansases. Mañana
será un día bastante duro.
Asentí y me incorporé sobre el mullido colchón de la cama.
Apoyé la cabeza en la almohada y cerré los ojos.
Liam me soltó la mano, se levantó de la cama y se dirigió a
la puerta de la cabaña. Antes de salir se giró y me miró con los ojos
entrecerrados.
-Buenas noches _____- dijo perdiéndose en la espesura de la
noche.
Su silueta desapareció en la oscuridad de la noche
perdiéndose en lo desconocido…