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martes, 24 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 6: RESCATE

Noté como una ráfaga de aire me inundaba por completo, calentando mi cuerpo envuelto en una especie de sábana térmica que mantenía mi calor corporal.

Intenté levantarme a pesar del dolor de cabeza que inundaba mi cuerpo de dolor y calambres.

-No hagas movimientos bruscos- dijo una voz desde el umbral de la puerta.

Me giré asustada y me encontré con un chico alto, moreno y con unos ojos marrones brillantes, iluminados por la luz de las velas.

-¿Quién eres tú?- pregunté con un hilo de voz. Lo último que recordaba era haber caído en un estanque  donde me había quedado inconsciente.
-Yo soy Liam- dijo estrechándome la mano. La miré durante unos segundos negándome a aceptar su bienvenida. No lo haría hasta que me explicase que hacía en aquel extraño lugar.

Tras captar mi indirecta, Liam bajó la mano y la metió dentro del bolsillo de su sudadera negra.

-¿Qué hago aquí?- pregunté mirando a mi alrededor. Supuse que me encontraba en una cabaña, a juzgar por la leña y la pequeña fogata situada en medio de la estancia. Las paredes eran de troncos colocados verticalmente, de manera que pudieran sostener todo el peso de la cabaña.

Había una alfombra en el suelo, recubierta de paja, donde yacían varias pieles de animales.

-Te rescaté- se limitó a decir Liam. Le miré extrañada pidiendo más información pero este negó la cabeza negándose a mi petición.
-¿A qué te refieres con que me rescataste?- pregunté frunciendo el ceño. Liam me miró con una sonrisa meditando su respuesta.
-Te encontré en la orilla del estanque cuando fui a recoger agua- se acercó a mí y se sentó a mi lado, dejando un significante espacio entre nuestros cuerpos.

Le miré confundida intentando asimilar lo que me acababa de decir. Un chico completamente desconocido para mí, me había salvado la vida.

¿Qué se supone que debería de hacer?

-Tengo que irme- me levanté de la cama dispuesta a salir fuera de la cabaña cuando me di cuenta que iba en ropa interior. Solté un grito e intenté taparme como pude, de manera que Liam no tuviese la oportunidad de ver mis partes más íntimas. Corrí hacía la cama donde había estado tumbada minutos antes y me envolví en la sábana.
-Tranquila, que no me voy a asustar.

Liam soltó una fuerte carcajada y se cruzó de brazos mirándome con una mirada divertida. Parecía que se estaba divirtiendo con todo aquel asunto, sin embargo yo no le veía la gracia.

Cuando conseguí enrollarme por completo miré a Liam amenazante.

-¿Me rescataste con ropa interior? ¿O es que te dio por quitármela?- pregunté intentando controlar mi furia interna.
-Bueno… estaba muy mojada y no quería que te resfriases, así que te la quité- al oír estas palabras no pude controlarme y le di un bofetón en la mejilla derecha.

Como acto reflejo me agarró por la muñeca con cara de dolor. La sostuvo con fuerza hasta que un gemido salió de mis labios.

-Suéltame- rogué con un hilo de voz.  Liam me soltó con delicadeza y observó cómo salía un hilo de sangre de la herida.

La herida había sido provocada por una astilla que se había clavado en mi piel, justo en el momento de la huida, cuando derrumbé la puerta de aquella habitación.

-¿Cómo te has hecho esto?- preguntó Liam examinando la herida. Aparté el brazo de un tirón y me giré en dirección opuesta, dándole la espalda.

No quería hablar con él. No quería mirarle a los ojos. No quería su ayuda.

-Me caí y me raspé en el brazo- mentí.  Liam asintió y me agarró suavemente de la muñeca sana dirigiéndome a una mesa donde había todo tipo de vendas y hiervas curativas.
-Voy a curarte- asentí y dejé que Liam me limpiase la herida y me la vendase con delicadeza. Sentía cierto dolor pero había superado cosas peores y no iba a derrumbarme por un simple corte en la piel.
-Gracias- dije una vez que había terminado de vendar mi brazo. Liam me miró y se limitó a sonreír cálidamente.
-Descansa un rato, debes de estar agotada- objetó Liam señalando la cama. Asentí y me tumbé en ella. 

Contemplé aquel lugar. Una cabaña pequeña y acogedora perdida en medio del bosque.

Me imaginé lo que sería vivir en un lugar así toda la vida y me dieron escalofríos de tan solo pensarlo. Tras varios minutos de observar como Liam tallaba pequeñas figuritas de madera, intenté conciliar el sueño pero las pesadillas atormentaban mi mente.

Cuando por fin logré dormirme por completo una terrible pesadilla aterrizó en mi subconsciente, atormentándome.

“Comencé a correr por el bosque buscando una salida. Las ramas me raspaban las piernas y los brazos pero eso no me impedía seguir corriendo.

Tenía que huir de las garras de aquel chico que se hacía llamar Louis. Sus pasos se oían a pocos metros de mí y mi miedo aumentaba por completo.

-¡Corred! Se está escapando- oí gritar a Louis. Una chispa de esperanza surgió en mi interior al oír aquellas palabras.

¿Podría escapar? Toda esperanza se esfumó cuando oí sus pasos más y más cerca. Mi mente estaba aterrorizada. Me costaba pensar con claridad.

El único foco de luz que tenía era la tenue luz de la luna que apenas iluminaba la copa de los árboles.

Seguí corriendo sin importarme la cantidad de luz de la que dispnía. Solo quería escapar.

De repente algo se enredó en mi tobillo y me tiró al suelo. Intenté liberarme de la presión que ejercía aquel material extraño sobre mí pero era demasiado duro como para duchar contra él.

Los pasos se acercaban y cuando quise darme cuenta, estaban delante de mí, iluminándome con una linterna.

-Ha llegado la hora- anunció el chico cuyo pelo enmarañado presentaba miles de rizos alborotados.
-Cállate Harry- objetó la chica dándole un codazo. Aquella era la chica que había visto en la mansión de Louis, horas atrás.

Esta, esbozó una sonrisa al ver mi expresión de pánico. Se acercó a Louis y le susurró algo al oído que no fui capaz de entender. Él asintió y sacó una pistola del bolsillo trasero de su pantalón.

La levantó en el aire para después apuntarme con ella amenazadoramente. Sonrió cálidamente y ahogó una carcajada antes de apretar el gatillo de la pistola apuntando hacía mi corazón.”

-¡No!- grité aterrorizada incorporándome en la cama. Miré a mi alrededor comprobando que todo hubiese sido un sueño, y no me equivocaba.
-¿Te encuentras bien?- preguntó Liam con expresión preocupada. Se acercó a mí y me acarició el pelo paternalmente.

Negué con la cabeza respondiendo a su pregunta anterior. No me encontraba para nada bien.

-Creo que no es agradable tener una pesadilla donde tu secuestrador te apunta con una pistola directamente al corazón y te pega un tiro ¿Verdad? –pregunté sarcásticamente.

Liam hizo una mueca y me miró fijamente.

-¿Secuestrador? –preguntó frunciendo el entrecejo.

Mi estómago se comprimió al oí aquello. Había hablado sin pensar y ahora sufriría las consecuencias.

-Olvídalo- hice un gesto con la mano quitándole importancia al asunto. No quería hablar de aquello con nadie que no fuese la policía y menos con un extraño que acababa de conocer.
-_______, puedes contarme lo que quieras ¿Vale?- susurró Liam sentándose en el borde de la cama.
-Te… te acabo de conocer- dije en un susurro. Ladeó la cabeza y me miró con una sonrisa.- No sé nada de ti.
-Bien, pues empecemos con las presentaciones ¿Te parece?- me preguntó con una sonrisa sincera. Asentí y apoyé mi espalda contra la pared, arropándome con la suave manta que me cubría hasta los hombros.
-Yo soy Liam Payne, y tengo 20 años- abrí los ojos como platos al oír aquello. ¿19 años? Uau, parecía mucho mayor.
-Yo soy _____ Stone y tengo 17 años- informé con una tímida sonrisa. Liam me agarró la mano y me miró consternado.
-¿Qué te parece si mañana seguimos con las presentaciones?- preguntó alzando las cejas- creo que lo mejor sería que descansases. Mañana será un día bastante duro.

Asentí y me incorporé sobre el mullido colchón de la cama. Apoyé la cabeza en la almohada y cerré los ojos.

Liam me soltó la mano, se levantó de la cama y se dirigió a la puerta de la cabaña. Antes de salir se giró y me miró con los ojos entrecerrados.

-Buenas noches _____- dijo perdiéndose en la espesura de la noche.


Su silueta desapareció en la oscuridad de la noche perdiéndose en lo desconocido…



sábado, 21 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 5: LA HUIDA.

El timbre de la puerta sonó varias veces, despertándome por completo. Me froté los ojos y cuando hube despertado por completo, visualicé una bandeja que contenía varias tostadas con mermeladas  y un tazón con leche caliente.

Mis ojos brillaron al contemplar aquel manjar, y no pude evitar soltar una exclamación por la emoción. 

Devoré las tostadas  con entusiasmo y cuando hube terminado me bebí la leche de un solo trago.

Mi estómago rugió pidiendo más comida pero tuve que conformarme con las migas que quedaban en el plato.

Me había concentrado tanto en el desayuno que Louis me había preparado que no había caído en la cuenta de que este tenía visita, a juzgar por las voces y risas que se oían en el salón.

Me levanté y me asomé a la puerta de la habitación intentando ver las siluetas de los visitantes cuya identidad era totalmente desconocida para mí. Permanecí con la oreja pegada a la puerta durante varios minutos hasta que las voces fueron disminuyendo de tono hasta convertirse en un susurro apenas perceptible.

Me separé de la puerta y volví a recostarme sobre el colchón que había acabado por amoldarse a mi cuerpo. El pomo de la puerta giró y tres siluetas aparecieron de la nada. La luz era tenue por lo que no fui capaz de apreciar sus rostros con precisión.

-Es ella- dijo una voz demasiado conocida como para no reconocerla- Es ________- la voz de Louis fue aumentando de tono hasta convertirse en una exclamación.

Comenzaron a susurrar algo en un idioma totalmente desconocido para mí, por lo que me fue imposible entender la conversación.

Tras varios minutos de sufrimiento para mí, por no ser capaz de entender lo que decían, dejaron la conversación de lado y salieron de la habitación, dejándome sola y encerrada.

-Es mi única oportunidad de escapar- pensé en voz alta, lo que no fue muy buena elección por mi parte ya que alguien podría estar vigilándome detrás de las cuatro paredes donde me encontraba encerrada.

Esperé varios minutos, a que Louis y las personas que le acompañaran retomaran la conversación donde la habían dejado, para poder escapar sin ser vista.

Pasaron segundos, minutos y no llego a recordar si alguna hora, pero se me hacía imposible escapar debido a la presión que ejercía el terror sobre mí. Estaba demasiado asustada como para intentar escapar de un lugar que ni siquiera conocía.

¿Y si no lograba escapar y Louis se daba cuenta de mi intento de fuga?
¿Y si me castigaba por haber desobedecido sus órdenes?

Sacudí la cabeza intentando ahuyentar los malos pensamientos y me llené de valor. Me levanté de un rápido movimiento y giré el pomo de la puerta intentando abrirla, sin embargo esta permanecía cerrada.

Toqueteé mi pelo en busca de unas de esas horquillas que siempre utilizaba y efectivamente encontré una enredada en una maraña de pelos. Observé aquel trozo de metal fino durante varios segundos meditando la posibilidad de abrir la puerta con la horquilla y al final me decante por aquella opción ya que todas las demás eran demasiado arriesgadas.

Introduje la horquilla en el pomo de la puerta y le di varias vueltas de modo que pudiese abrirla pero no funcionó. Lo volví a intentar pero siguió sin dar resultado.

-A la tercera va la vencida- pensé dándome fuerzas para intentarlo una vez más, sin embargo ninguna de las tres veces que lo había intentado habían dado resultado.

Me apoyé en la pared, cansada de intentar hacer algo bien por una vez. No tenía escapatoria y por mucho que me doliese tenía que aceptarlo. Justo cuando iba a tirar la toalla y darme por vencida, cuando no me quedaban esperanzas de escapar, una idea atravesó mi mente.

Me levanté de un salto y me acerqué a la pared más lejana de la puerta. Comencé a correr hacía la puerta y cuando estuve a apenas varios centímetros me abalancé sobre ella, derrumbándola.

Me quedé quieta durante varios segundos, alerta de cualquier movimiento proveniente de Louis o de los visitantes, sin embargo todo mantuvo la calma habitual.

Me levanté con cuidado de no clavarme ninguna de las múltiples astillas que cubrían el suelo de mármol. Me extrañó bastante que no hubiesen llegado a oír el estruendo que había causado la puerta al derrumbarse pero aquello había sido lo mejor que me podía haber sucedido.

De repente oí pasos y voces a través del pasillo que comunicaba la habitación con el salón. Maldecí y comencé a correr por los largos pasillos sin siquiera saber a dónde me dirigía. Las voces me seguían muy de cerca, tan cerca que parecía que estaban justo detrás de mí.

Subí por unas escaleras de caracol con cuidado de no hacer demasiado ruido y justo cuando estaba terminando de subirlas les vi.

Louis iba acompañado de dos jóvenes, un chico y una chica.

El chico era alto, guapo y tenía el pelo castaño, repleto de rizos que animaban su expresión cómica. La chica era más bien bajita y delgada. Tenía el pelo largo, con abundantes rizos castaños.

Reaccioné segundos después de que Zayn se diese cuenta de mi presencia y comenzase a subir por la escalera a la velocidad de la luz.

Comencé a correr por los pasillos con el miedo corriéndome por las venas. Dejé mi mente en blanco y me concentré en correr y encontrar una salida para salir de aquel lugar.

Llegué a un gran ventanal de cristal abierto de par en par. Me asomé cautelosamente y divisé la altura a la que me encontraba. Podía divisar un gran campo con flores y espesos árboles rodeándolo todo. Había un gran estanque a pocos metros de la zona donde aterrizaría en caso de que decidiese escoger el ventanal como medio de escape.

Miré a mi alrededor en busca de otra salida pero no logré encontrar nada que me sirviese como objeto de huida por lo que tuve que buscar un plan para huir por el amplio ventanal.

-El agua del estanque amortiguará el golpe- pensé agarrándome al ventanal dispuesta a saltar. Sabía perfectamente que lo más probable era que muriese intentando aquella locura de escape, sin embargo era mi única salida.

Respiré hondo y salté al vació. Las frías aguas del estanque golpearon con fuerza todo mi cuerpo. Comencé a hundirme bajo la presión que el agua ejercía sobre mí. Intenté nadar pero un cansancio me inundó impidiéndomelo.

¿Qué me pasaba? Mis articulaciones no respondían, y estaba comenzando a notar la falta de oxígeno en mi cuerpo. Agité los brazos y esta vez sí que obedecieron a mis órdenes aunque ya era demasiado tarde.


Mis constantes vitales no respondían, lo que significaba que no tardaría en perder el sentido y fue justamente lo que ocurrió. Mis ojos comenzaron a cerrarse sin que me diese cuanta y en varios segundos perdí el sentido por completo.


martes, 17 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 4: NOTICIA

Habían pasado varios días desde aquella extraña visita que Louis había atendido con tanta paciencia.

Era demasiado sospechoso que Louis recibiese una visita y justo días después pasase el día entero entrando y saliendo de la mansión. Lo más misterioso de todo era que siempre recibía llamadas anónimas que le daban órdenes que yo no era capaz de entender.

Mi sentido del olfato era capaz de percibir el apestoso aroma a tabaco procedente de la sala situada justo al lado de la habitación donde me encontraba encerrada.

Las risas de Louis se oían a través de la puerta y el humo se filtraba por la diminuta rendija situada en uno de los laterales de la puerta de madera.

Tosí varias veces intentando no inhalar aquel asqueroso olor, pero mi intento fue en vano ya que segundos después llegaron nuevas corrientes de humo que me hicieron toser aún más.  No podía seguir tosiendo como una desesperada mientras que Louis se fumaba los porros que le daba la santísima gana.

Me levanté de la cama (a un cochón tirado en el suelo creo que no se le puede llamar “cama”) y me dirigí a la puerta con todo el orgullo que me quedaba.

-¡Deja de fumar y no hagas tanto ruido!- grité aporreando la puerta con todas mis fuerzas. Pequé mi oreja a la puerta intentando captar la reacción de Louis pero todo parecía estar en silencio.

De repente se oyeron unas fuertes pisadas a escasos centímetros de la habitación en la que me encontraba. 

Retrocedí asustada y me acurruqué en el colchón que yacía en el suelo, lleno de polvo.

-¿Hay algo de lo que te dije que no te ha quedado claro?- preguntó Louis entrando en la habitación.- Yo soy quien da las órdenes aquí.
-Lo… lo siento- tartamudeé incapaz de mirarle a los ojos. Se supone que debería de estar arrepentida de haber hecho algo así, sin embargo me sentía a gusto por haber sido capaz de plantarle cara a Louis.

Su expresión mostraba lo enfadado que estaba en esos momentos. Unas finas arrugas, apenas visibles, atravesaban su frente dándole un aspecto más varonil.

-¡No te disculpes!- gritó Louis acercándose más a mí. Di un respingo e instintivamente comencé a alejarme poco a poco. Me temblaban las manos por el miedo y mi cuerpo no era capaz de reaccionar a mis órdenes. 

El grito de Louis había sido demasiado aterrador como para no asustarme e imaginarme lo peor.

Cuando estuvo delante de mí, me miró fijamente a los ojos con la mirada llena de rabia. Sus labios esbozaron una sonrisa cuando una lágrima recorrió mi mejilla hasta llegar a mi barbilla, donde permaneció hasta que se evaporó en el ambiente húmedo de la habitación.

-No te voy a hacer daño- objetó Louis cogiéndome del brazo y levantándome de un brusco tirón- Al menos de momento.

Sus últimas palabras resonaron en mis oídos, incapaces de pasar desapercibidas. Tiró de mí hasta que llegamos a una amplia sala donde había una televisión y varios sofás de cuero.

-Siéntate- me ordenó y yo hice lo que me pidió aunque seguía demasiado aturdida como para comprender lo que estaba pasando.

Encendió la televisión y fue pasando los canales hasta que llegó a la BBC. El famoso y reconocido canal de noticias estaba emitiendo un comunicado que según había dicho la reportera era de vital importancia.

Agudicé los oídos y fijé mi vista en la pantalla, donde una mujer con el pelo negro leía la noticia, alentadoramente.

La policía local, lleva varios días buscando a la multimillonaria desaparecida, ________ Stone. Desapareció la noche del Viernes, tras haber viajado a Los Ángeles por motivos de trabajo. Sin embargo, la desaparición de esta joven muchacha ha terminado en tragedia ya que hace tan solo unas horas, una llamada anónima ha informado del paradero del cuerpo de la joven.
El FBI ha rastreado la zona donde se encontraba el cuerpo sin vida de _______, y han encontrado varias marcas de humo por lo que se cree que la joven murió por intoxicación.
A continuación les dejamos varias imágenes de la joven, cuyo recuerdo perdurará en las mentes de todos aquellos familiares y amigos que siempre la han apoyado”

Mi mente daba vueltas y vueltas, incapaz de asimilar todo lo que acababa de pasar. Mi familia me daba por muerta. Mis amigos creían que estaba muerta. El mundo entero pensaba que había muerto en un accidente que nunca se había llevado a cabo.

Varias lágrimas salieron de mis ojos humedeciendo mis mejillas. Me era imposible no llorar ante una situación así.

-No estoy muerta- susurré lo suficientemente alto como para que Louis me escuchase. Este me dirigió una mirada confusa, meditando sus palabras.
-El mundo entero cree que lo estás. Hay pruebas que lo confirman- dijo Louis esbozando una sonrisa burlona.
-¡Esas pruebas son falsas!- grité levantándome del sofá con rabia.
-Puede que sean falsas pero han bastado para convencer a la policía de que estás muerta y eso es lo que verdaderamente importa- sus palabras sonaban convincentes pero me negaba a creerlas.
-Voy a escaparme y convenceré a la policía de que te meta en la cárcel. A ti y a todos los que hacen lo mismo que tú- escupí las palabras con tal furia que mis manos se cerraron en dos puños.
-¿Qué crees que pensará la policía y tu familia cuando vean que una chica que dice ser su hija aparece en su propia casa?- negué con la cabeza intentando auto convencerme de que todo lo que Louis decía era mentira, que solo intentaba manipularme.
-Les convenceré de que soy _______ Stone. Y cuando eso ocurra haré que os metan en la cárcel de por vida- mis palabras sonaron menos aterradoras de lo que hubiese querido ya que la reacción de Louis no fue la que me esperaba.

Este soltó una fuerte carcajada y se alejó por el pasillo.

-Mejor ni lo intentes, preciosa- su eco resonó por el pasillo hasta llegar a mis oídos. Sus palabras me conmovieron hasta el punto de llegar a creer en que lo que decía era cierto.

¿Qué pasaría si la gente se olvidaba de mí?

¿Qué pasaría si me creían muerta mientras que no lo estaba?


¿Qué pasaría si me quedaba secuestrada para siempre?


sábado, 14 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 3: ENCERRADA

El dolor de estómago iba aumentando cada vez más, hasta el punto de hacerse insoportable. Quería gritar y llorar pero mis fuerzas eran reducidas y apenas podía mantener los ojos abiertos.

En cuanto me descuidara, cerraría los ojos y quizás no volvería a abrirlos jamás, y eso era algo que no podía permitirme. De momento no deseaba morir.

-Tienes mala cara- dijo Louis asomando su cabeza por una pequeña ranura de la puerta.  Me había encerrado en un cuarto polvoriento lleno de arañas y otros insectos que preferiría no nombrar.
-¿Necesitas algo?- preguntó con tono burlón. Asentí incapaz de apartar la mirada de sus ojos azules que brillaban insistentemente con el brillo del sol. Desapareció por los pasillos de la mansión en la que nos encontrábamos y a los pocos segundos volvió con un cuenco de agua y varios trozos de pan.
-Toma- me los lanzó y tuve la gran suerte de cogerlos al aíre. Comencé a devorarlos y no paré hasta que no quedó ni una miga. Louis se reía a carcajadas por mi comportamiento, pero eso no me importaba.

Lo único que tenía en mente era sobrevivir y escapar de las garras de Louis Tomlinson. Me recosté en la pared en un intento de cerrar los ojos pero la insistente mirada de Louis me lo impedía.

Una sonrisa burlona apareció en su rostro cuando le miré de reojo. Comenzó a dar pequeños pasos hacía mí y cuando estuvo delante de la cama donde me encontraba tumbada, se sentó en ella, haciendo que el colchón rechinara.

-Eres muy guapa ¿Lo sabías?- susurró apartándome un mechón de pelo y enganchándolo detrás de mí oreja. Intenté alejarme pero el fuerte agarre que ejercía su mano izquierda sobre mi muñeca, me lo impidió por lo que decidí quedarme quieta, esperando lo peor.

Louis comenzó a acercarse hacía mis labios y cuando tan solo unos centímetros nos separaban, el timbre sonó.

Suspiré aliviada cuando Louis se levantó de la cama y salió de la habitación dando un portazo, lo que provocó que un trozo de pintura del techo se desplomara de golpe y dejase una mancha blanca en el suelo...

NARRA LOUIS:

Bufé y abrí la puerta encontrándome con Richard, cuyo rostro parecía más enfadado de lo normal.

-¿Qué pasa?- pregunté con expresión seria.
-La policía está buscando a _________ por toda la ciudad. Han hecho patrullas de guardia y no descansarán hasta encontrarla- su tono de voz aumentó a medida que pronunciaba estas palabras.

Fruncí el entrecejo y comencé a dar vueltas alrededor de un círculo que mi propia mente había creado. Las ideas se amontonaban en mi mente, sin embargo, no era capaz de pensar con claridad.

-¿Se te ocurre algo ingenioso para que no nos metan en la cárcel de por vida?- preguntó Richard sarcásticamente. Las arrugas de su frente se volvieron más espesas a causa del enfado y su preocupación era palpable.
-Podrías emitir una noticia informando sobre el supuesto asesinato que sufrió ______- especulé mirándolo fijamente en busca de alguna reacción que mostrase su opinión respecto al asunto.
-¿Y cómo se supone que haríamos eso?- preguntó él con una sonrisa  aterradora.
-Tu empresa controla algunas de las cadenas de televisión más importantes del país ¿No?- pregunté mirando a Richard, el cual asintió sin ganas- pues podrías persuadirles con pruebas falsas para que emitiesen la noticia en todo el país.

Richard esbozó una sonrisa y me dio una palmadita en el hombro en modo de aprobación.

-Creo que ha sido una de las pocas cosas decentes que has dicho desde que te contraté- se giró dispuesto a salir por la puerta pero justo antes de salir se paró en seco y giró su torso para mirarme fijamente a los ojos.
-Vigílala- me susurró señalando la habitación donde se encontraba ______(tn)- la necesito con vida.
-¿Cuáles son tus próximos planes para ella?- pregunté con una sonrisa pícara.
-Todo a su tiempo Louis, todo a su tiempo- dijo Richard ahogando una siniestra carcajada.

Nada más decir esto salió de la pequeña casa rural, dando un portazo. Sonreí satisfecho por mi ingeniosa idea acerca de la noticia en la que se le comunicaría a más de medio mundo que la queridísima millonaria _______ Stone había sido asesinada por misteriosas circunstancias en un bosque no muy lejos de su hogar.


Solté una carcajada y me dirigí al salón donde encendí la televisión para informarme de las noticias más recientes. Esperaba con ansias el momento en el que se comunicaría la muerte de ______ y esta presenciaría ese momento.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 2: SECUESTRO

Bajé las escaleras con precaución para no tropezarme con los finos tacones de aguja que había comprado exclusivamente para aquella noche.
Me había enterado que unas amigas vivían bastante cerca del hotel donde me hospedaba así que había decidido ir a visitarlas.
Tras un largo rato revisando mis conjuntos de ropa, importados exclusivamente desde París, decidí ponerme esto:

Hacía mucho tiempo que no las veía por lo que decidí vestirme de gala y sorprenderlasmi nuevo estilo.
Levanté la vista y me encontré delante de Louis, cuya espalda reposaba en una de las puertas laterales de la limusina. Sonreí satisfecha al comprobar que había sido puntual, justo como se lo había pedido horas antes.
Me acerqué al vehículo y una de las puertas laterales se abrió automáticamente, cediéndome el paso a su interior, donde había una pequeña mesita de caoba con varias copas de vino y algunos postres decorados con flores artificiales.
Me senté en un cómodo sofá y contemplé el paisaje por la ventanilla del vehículo, imaginando como sería pasar varios meses en aquel lugar tan luminoso, transitado y elegante.
Pasaron los minutos y seguía sumida en mi propio mundo, hasta que llegamos a un callejón negro cuya única salida era un tubo de oxigenación situado en una de las esquinas más oscuras y aterradoras del callejón.
-¿Dónde estamos?- pregunté saliendo del coche. Mi corazón latía apresuradamente oprimiéndose contra mi pecho. Tenía el presentimiento de que algo sucedería y no era nada bueno.
Louis no respondió, lo único que hizo fue dedicarme una mirada llena de coraje y abrir el maletero del coche con fuerza. Sacó un maletín negro y lo abrió con cautela.
Me asomé por encima de su hombro para ver el contenido del maletín pero este me dio un codazo en el pecho, tirándome al suelo.
Gemí de dolor y conseguí levantarme con resentimiento.
-Ha llegado la hora- susurró Louis lo suficientemente alto como para que fuese capaz de percibir sus palabras.
Fruncí el entrecejo y las palabras cobraron sentido cuando vi una larga y fina aguja en la mano de este. Ahogué un grito y comencé a correr hacía lo más profundo del callejón donde una espesa oscuridad lo absorbía todo a su paso.
Giré la cabeza y vi que Louis me perseguía con la aguja en la mano. Aceleré el paso y corr´´i con las manos extendidas hacía delante para apartar los objetos que se interpusiesen en mi camino.
Los tacones que llevaba no ayudaban en nada, ya que eran demasiado altos para correr con ellos, por lo que al intentar esquivar una roca caí al suelo boca abajo, y esta vez las consecuencias de la caída fueron peores ya que Louis se colocó encima de mi sujetándome las manos con firmeza.
Me retorcí con fiereza intentando librarme de su agarre pero sabía de antemano que no en mis mejores sueños lograría superar ni en fuerza ni en tamaño a Louis.
Le miré a los ojos con miedo, intentando persuadirle para que me dejase libre, sin embargo lo único que logré fue que apartase la mirada de golpe.
-¡Deja de mirarme así!- gritó furioso. Su voz había adquirido un tono ronco y áspero que me producía escalofríos.- No vas a convencerme de que te mate ¿Vale?
Le miré con pánico. ¿Matarme? ¿Qué motivos tenía para matarme?
Gemí asustada y me retorcí en el suelo raspándome los brazos y la cara.
-¡Socorro!- grité en busca de ayuda- ¡Por favor que alguien me ayude!
Una pequeña llama de esperanza yacía en mi interior, avivándose poco a poco, pero Louis me rodeó la boca con un pañuelo, para que no pudiese gritar. Seguí gimiendo y retorciéndome en el suelo.
Me dolían las manos y el corazón parecía a punto de salírseme del pecho. Lloré desesperadamente y enfoqué mi mirada en medio de la espesa oscuridad, donde todo yacía tranquilo, todo menos unas figuras negras, que avanzaban apresuradamente entre la espesura de la noche.
Segundos después conseguí distinguir a varios hombres vestidos con trajes de cuero negro, armados con pistolas y maletines negros idénticos al de Louis.
Dos de ellos me sujetaron por las muñecas y el otro me agarró de los tobillos de modo que no tenía escapatoria alguna. Louis acercó un pañuelo blanco a mi nariz, irrumpiendo mi apresurada respiración.
Los primeros treinta segundos me negué a inspirar cualquier sustancia que no fuese el propio ixigeno del ambiente, pero pasado un minuto mis pulmones comenzaron a pedir aire desesperadamente por lo que inhalé aquel extraño olor.
Un mareo me inundó por completo y todo aquello que me rodeaba comenzó a dar vueltas a mi alrededor. Un gran haz de luz blanquecina comenzó a acercarse a mí, haciéndose cada vez más grande hasta que me engulló por completo, arrastrándome a la inconsciencia.

…….

Abrí los ojos lentamente encontrándome con un techo blanco cubierto de manchas rojizas, provocadas por la humedad que inundaba el ambiente.
Me sentía cansada, incapaz de moverme o articular palabra alguna. Empleé todas mis energías en levantar la cabeza unos centímetros, lo suficiente como para observar el resto de la habitación.
Todo daba vueltas a mi alrededor y unas cuantas estrellitas brillantes flotaban en el aíre ondeando lentamente en él. Un suave viento sopló fuertemente en mi cara arrastrándome hacía atrás.
Miré a mi alrededor y comprobé que me encontraba exactamente en la misma postura en la que había estado segundos antes.
El cloroformo. Él era el culpable de mis recientes alucinaciones.
Agité la cabeza y abrí los ojos, volviendo a la realidad que me rodeaba.
Las paredes estaban pintadas de blanco, cuyo brillo había desaparecido por el paso del tiempo. Había una pequeña bandeja con comida al lado de la cama donde yo me eocntraba tumbada y a su lado un pequeño cuenco con agua.  
Las tripas gruñeron exigiendo comida e intenté estirar los brazos, pero unas fuertes cuerdas me lo impidieron. Lo intenté varias veces más, pero fue en vano.
-¡Vaya! Por fin has despertado- bramó una voz que ya había escuchado antes.
Esa voz pertenecía al hombre que me había engañado y me había secuestrado.
Esa voz pertenecía a Louis Tomlinson.
Giré la cabeza, evitando encontrarme con sus ojos azules que todo lo absorbían. Sus labios se curvaron en una sonrisa, al percibir el miedo en mi rostro.
Se sentó en la cama a mi lado, y comenzó a acariciar mis brazos suavemente. Aquel gesto provocó un gran temor dentro de mí pero el miedo, se calmó cuando vi cómo se levantaba y comenzaba a andar en círculos por la habitación.
-¿Recuerdas cuando me dabas órdenes y yo no tenía más remedio que cumplirlas?- preguntó Louis con una sonrisa burlona. No dije nada, simplemente me limité a mirar al suelo, cuyas baldosas debían de tener más de un centímetro de porquería acumulada, lo que significaba que Louis no limpiaba.
En definitiva, Louis además de secuestrador, era un guarro.
-Bien, pues ahora serás tú la que acate mis órdenes- su voz se volvió más áspera y para cuando quise darme cuenta, se encontraba justo delante de mí.
Me acarició la mejilla, lo que provocó que apartase la cara de golpe, como acto reflejo.
-¡No vuelvas a hacer eso!- gritó enfurecido chocando su palma con mi cara. Sentí el golpe como si miles de cristales rotos aterrizaran en mi mejilla, clavándose en ella y perforándola brutalmente.
Me estremecí y enterré mi cara en mi hombro derecho intentando escapar de aquella situación que tanto pánico me había provocado. Solo quería escapar de allí, librarme de todo y volver a la vida que había vivido antes de que un extraño chico me secuestrara.
Quería huir pero no podía. O al menos eso creía.


sábado, 7 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 1: ENCARGO

Bajé la ventanilla del coche y escuché atentamente a Richard, cuya voz, resonaba a través del pequeño pinganillo escondido en el interior mi oído derecho.

-Debes lograr que confíe en ti, que no te tome como a un extraño- se aclaró la voz y aquel grave sonido procedente de su garganta volvió a sonar- recuerda que no debe sospechar nada acerca del plan.

Suspiré y asentí en modo de respuesta, consciente que tendría que decir algo para que Richard supiese mi opinión respecto al asunto.

-De acuerdo- contesté con desgana.
-Bien. Búscala en la dirección que te he dado y recuerda que debes ser muy cuidadoso con tus actos. Este secuestro es el más importante que ha llevado a cabo la compañía en los últimos diez años y te he elegido a ti porque sé que tienes capacidad para llevar el trabajo que te he encomendado.
-Seré cuidadoso, nadie sospechará nada- le aseguré con tono monótono.
-Más te vale actuar con cautela. Si alguien llega a sospechar algo sobre nuestros planes, tú saldrás perjudicado- me amenazó con tono irritante.

Al oír aquello tiré del fino cable que mantenía en marcha el funcionamiento del pinganillo, de modo que dejé de oír aquella irritante voz que tantas veces me había amenazado con matarme si no hacía bien mi trabajo.

Jamás, ni en mis peores sueños me habría imaginado a mí mismo, el chico bueno, el que sacaba buenas notas y le caía bien a todo el mundo, trabajando para una organización que se dedicaba a estafar y a matar gente.

Arranqué el Ferrari y me encaminé al aeropuerto donde comenzaría mi nuevo encargo: Hacerme pasar por el chofer de la multimillonaria _________  Stone, y secuestrarla, siguiendo las órdenes de mi jefe.

Resoplé cuando la vi aparecer por la puerta principal del edificio, arrastrando sus dos maletas rosas, adornadas con estampados en negro y gris. Miré la foto que Richard me había entregado horas antes y efectivamente era ella, era ________.

Salí del coche y me apoyé sobre el capó mirándola fijamente. Parecía desorientada ya que miraba a un lado y a otro de la calle buscando la limusina donde

-¡Señorita!- grité haciendo un gesto con la mano. Ella se giró para verme y me contempló con sus profundos ojos negros.

Comenzó a andar hacía mi con cierta confusión, la cual aumentó cuando se encontraba a varios metros de mi.

-¿Desea algo?- preguntó con una voz que para cualquier hombre habría resultado atractiva, sin embargo a mí me resultó demasiado cursi.
-La empresa me mandó a recoger a una señorita llamada _______ Stone y estoy seguro de que esa dama es usted ¿Cierto?- hice un gesto con la mano y me asqueé ante mi propio comportamiento cursi y femenino. 

Sin embargo, decidí seguir con mi actuación para no levantar ninguna sospecha.

-¿Y qué le ha llevado a pensar eso Sr.Tomlinson?- preguntó sin dejar de mirar mi placa de identificación, que por supuesto había sido falsificada por la empresa en la que yo trabajaba.
-Antes de viajar a Los Ángeles me dieron una foto para asegurarme de que usted era la verdadera ______ Stone- saqué una foto del bolsillo derecho de mi pantalón y se la entregué con cierto ademán.

Esta la observó con cautela y segundos después me la entregó.

-¿Está todo correcto?- pregunté enarcando una ceja. No había necesidad de hacer esa pregunta pero tenía que disimular.

______  asintió con la cabeza y sin previo aviso me entregó las maletas y se situó justo en frente de la puerta del vehículo.

-¿Qué pasa?- pregunté metiendo las maletas en el maletero. La miré con cierto desdén.

Resoplé y abrí la puerta del vehículo al comprender que tenía que hacer lo que ella me ordenase y entre todas aquellas cosas, estaba abrir la puerta del coche para dejarla subir.

Arranqué y miré de reojo la dirección que Richard había apuntado en un fino papel blanco cuyos bordes estaban arrugados por la textura del bolsillo de mi pantalón vaquero, donde había permanecido durante horas.

Centré mi vista en la carretera pensando en _______ y en lo mal que lo pasaría de ahora en adelante…


………

Introduje la llave en la pequeña ranura de la puerta correspondiente a la suite de lujo que había reservado _______ semanas antes de viajar a Los Ángeles.

-Adelante- hice un gesto con la mano cediéndola el paso. Al pasar por mi lado me miró con un aire de superioridad que me llenó de ira, aunque por suerte pude controlarme de hacer algo de lo que pudiese arrepentirme más tarde.

_________ comenzó a inspeccionar el lugar, tocando y observándolo todo con cautela.

Me apoyé en la pared contemplándola, cuando de repente mi móvil comenzó a sonar. Tosí disimuladamente para camuflar el sonido que hacía mi móvil al vibrar. Lo saqué del interior de mi chaqueta de cuero negra y leí el mensaje que acababa de recibir.

“Ha habido un inesperado cambio de planes. El secuestro se llevará a cabo esta noche. No me falles- Richard”

Suspiré resignado y volví a enterrar el móvil en mi bolsillo. Aún no estaba preparado. Necesitaba algo o alguien que me garantizase que todo iba a salir bien.

-¡Louis! Ven aquí ahora mismo- chilló ________ con voz chillona.

Me acerqué a ella y la contemplé con la mirada cansada. Mi mente no era capaz de captar las palabras que pronunciaba, solo era capaz de pensar en lo que pasaría por la noche y en lo mucho que me costaría hacer algo como aquello.

A pesar de que ya lo había hecho en diversas ocasiones, esta vez era diferente ya que la presión era mayor. 

Si nos descubrían, todos iríamos a la cárcel y no me gustaba la idea de tener que pasar el resto de mis días encerrado entre cuatro paredes.

Cuando _________ terminó de hablar asentí con la cabeza procurando disimular mi gran desinterés sobre ella y los asuntos que no estuviesen relacionados con el dinero o la muerte.

Era una manera un tanto… escéptica de pensar pero me habían enseñado a ser así y así se´ria el resto de mis días.

-Quiero que me recojas en la entrada del hotel a las nueve de la noche. Sé puntual- tras decir esto, cerró la puerta en mis narices, dejándome solo  en el pasillo del hotel.

-Lo seré- susurré en respuesta a su última petición. A continuación caminé hacía la salida del hotel, planeando el secuestro de mi próxima víctima, cuyo tiempo de vida se iba acortando a medida que pasaban los minutos…