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martes, 12 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 17: RETO

Me levanté, impulsada por el incesante ruido provocado por el cierre constante de la puerta de salida. Noté una pequeña sacudida en el costado, justo donde Zayn me había pegado una patada y gemí de dolor ante tal contacto.

-¡_____! Despierta- susurró alguien cuya voz me resultaba muy familiar. Giré la cabeza en sentido opuesto a la figura difuminada que tenía delante y miré hacia el lado opuesto donde antes había una cama libre. Antes…

Dí un respingo al ver una figura oscura sentada en el colchón de la cama de enfrente, observándome con cautela. Enfoqué mi mirada hacía aquel rostro que cada vez veía con más nitidez hasta que pude observarlo por completo.

-¿Qué haces aquí, Zayn?- pregunté con dureza.

Me miró sorprendido por mi reacción pero no dijo nada. Se limitó a mirarme fijamente con los ojos clavados en mí y en mi cuerpo semi-desnudo.

Al cabo de unos pocos segundos me dí cuenta de que mi anatomía estaba sencillamente cubierta por un fino camisón de seda que había sido el regalo de mi padre el día de mi decimosexto cumpleaños.

Me tapé con las sábanas y miré al suelo avergonzada. Tras unos segundos en silencio y volví mi mirada hacía le rostro de Zayn y contemplé lo que me pareció un atisbo de sonrisa.

-Esa cama está ocupada- mentí.
-Me parece que Alexandra y María no opinan lo mismo.- Me respondió Zayn con amabilidad. Miré a mi derecha encontrándome con las miradas cómplices de Alexandra y María las cuales reían y cuchicheaban divertidas. Las fulminé con la mirada.
-¿Por qué me mirabas?- pregunté entrecerrando los ojos buscando sus intenciones.
-¿Te crees que te miraba a ti?- preguntó enarcando una ceja- Se levantó y me miró inexpresivo- No creas que porque te mire ya esté locamente enamorado de ti, ______.

Atravesó el pasillo que separaba las dos filas de literas y abrió la puerta preparado para irse pero antes de hacerlo gritó:

-No todo gira a tu alrededor.

Sus palabras me hirieron como cuchillos punzantes que se clavaban en un herida a medio cicatrizar, abriéndola de nuevo. ¿A qué se había referido Zayn con aquello de que no todo giraba a mi alrededor?

Sacudí la cabeza intentando olvidar aquellas palabras que tanto me sorprendieron.

¿De verdad Zayn pensaba eso de mí? ¿Tan mala impresión le había causado?

Me dirigí al baño para cambiarme de ropa sin pronunciar ni una sola palabra más.
…….

Liam explicaba fervilmente en qué consistiría el entrenamiento de hoy.

Tras varios días de lucha libre, este había decidido que cambiaríamos a un ejercicio en el que deberíamos “superar nuestros miedos”.

-El ejercicio consiste en registrar el mayor miedo que tengáis y someteros a una prueba en la que podáis superarla. En este caso el porcentaje de personas que tienen miedo al agua es de un 80% por lo que haremos una expedición al lago y una vez allí os explicaré en qué consistirá el ejercicio.

Noté una presión en el estómago. No eran nervios sino miedo. Siempre le había temido al agua pero desde que salté a aquel estanque en el que casi me ahogo, le tenía verdadero pavor al agua.

Miré horrorizada a Liam, el cuál me devolvió la mirada sin expresión alguna, como si no tuviese ni la más remota idea de lo  que le hablaba, a pesar de que lo sabía.

Él me había salvado la vida el día que casi me ahogo en el estanque y lo más seguro es que al hacer aquella sugerencia para “el nuevo ejercicio” tuviese muy presente la idea de que además de que yo no era capaz de nadar, me negaría a hacer cualquier cosa que tuviese que ver con el agua, y eso me traería serios problemas.

-Seguidme- ordenó Liam saliendo de la sala de entrenamiento. Todos nos levantamos y le seguimos. 

Salimos del internado, lo cual me sorprendió bastante ya que desde que comencé a residir allí nunca antes había salido del complejo.

Inhalé el aíre fresco llenando mis pulmones de aquel aroma tan dulce que habitaba en el ambiente. 

Comenzamos a andar por un sendero de tierra en cuyos laterales se podían distinguir diferentes tipos de plantas con sus respectivas flores.

Tras varias horas de excursión llegamos a lo alto de un mirador, donde podíamos observar el océano extenderse a lo largo de la llanura que había bajo mis pies. Me incliné sobre mis talones hacía el barranco que tenía delante intentando visualizar algo que me ayudase a comprender qué hacíamos aquí, pero no lo logré.

-¿Qué hacemos aquí?- preguntó una voz masculina. Sonreí por el hecho de haberme ahorrado esa misma pregunta.
-El entrenamiento de hoy se llevará a cabo aquí, en esta llanura a 50 metros de altura- explicó Liam gesticulando con las manos. Al oír aquello una sensación fría y ausente me recorrió la espalda dejándome helada.
-¿Qué pretendes que hagamos?- preguntó Alexandra, cuya voz resonó desde lo más fondo del grupo que habíamos formado alrededor de Liam. La miré con dureza y ella me devolvió la mirada, cálida y amable.
No tenía ganas de entablar conversación con nadie y menos con las dos chicas a las que había considerado mis “amigas”.
-Saltaréis desde el borde de la llanura y nadaréis hacía la orilla de esta playa, en el menor tiempo posible- nos explicó Liam con voz severa.
-¿Tú estás loco?- grité furiosa. La ira se había desencadenado en mi interior y apenas era capaz de controlarla. No sabía por qué había gritado de esa forma pero no me hubiera gustado hacerlo.
Liam me lanzó una mirada furtiva y se echó a reír como si se estuviese burlando de mi pregunta.
-No ______, estoy perfectamente bien de la cabeza ¿Sabes?- me respondió Liam entrecerrando los ojos.
-Entonces ¿Por qué quieres que hagamos tal estupidez?
-¿Estupidez? ¿Acaso le tienes miedo al agua?- me retó Liam con una sonrisa burlona.

Sabía que solo quería provocarme para que confesase delante de todos el pánico que le tenía al agua pero no iba a ser tan tonta como para hacer eso.
´
-No, no le tengo miedo al agua- respondí con los puños apretados.
-Bien, entonces creo que no tendrás ningún problema en hacerles una demostración a tus compañeros de cómo se debe saltar- abrí los ojos como platos al escuchar sus palabras y mi asombro fue acompañado por murmullos de desconcierto.
-No- respondí automáticamente sin pensar la respuesta. Me hubiera gustado ser más educada pero las palabras salían sin control de mi boca.
-Es una orden.

Los murmullos se elevaron de tono hasta convertirse en gritos de indignación. Avancé hasta situarme a la altura de Liam y le miré de forma desafiante. Me giré y me coloqué en el borde del acantilado intentando controlar el temblor de mi cuerpo. Cerré las manos en dos puños para que nadie pudiese notar su frenético temblor.

Cerré los ojos autocovenciéndome de que no pasaba nada. Solo eran 20 metros, saldría a la superficie nadando como lo haría cualquier otra persona pero… ¿Cómo lo haría si no sabía nadar?

El pánico me recorrió la espina dorsal con tal fuerza que solté un gemido. Fue apenas aludible aunque sonó lo suficientemente alto como para que Liam lo oyese.

-_____ ¿Qué pasa? ¿Es que acaso no eres capaz de saltar?- preguntó con una sonrisa burlona- ¿Le tienes miedo al agua?
-Eso lo deberías saber de sobra- mascullé entre dientes. Por fortuna nadie me oyó. Miré atrás y vi los múltiples rostros que esperaran mi próximo movimiento. Entre esos rostros estaba el de Zayn, que me miraba con seriedad.

Incliné mi cuerpo hacía delante y dejé que el aíre me impulsase hacía el vacío. El aíre me arañaba la cara irritándome la piel.

Noté el fuerte impacto cuando mi cuerpo chocó contra la superficie del agua, introduciéndome en su interior.
Los cálidos brazos del océano me envolvieron por completo, impidiéndome avanzar. Moví los brazos en un intento por subir a la superficie e inspirar el aíre que tanto ansiaban mis pulmones, pero no podía.

Esta vez no era la inconsciencia la que me lo impedía, esta vez era yo misma la que me impedía subir al exterior. No quería o no podía, no estaba segura, pero solo sabía que en tan solo unos pocos segundos perdería el sentido y esta vez no sobreviviría.

¿Quién iba a salvarme si no sabían lo que me estaba pasando?

¿Serían capaces de saber con certeza que no sabía andar y me salvarían o cuando quisiesen reaccionar ya sería demasiado tarde?

Conservé la esperanza hasta el último segundo en el que mis ojos se cerraron presas del pánico. Noté como el cuerpo comenzaba a hacerse demasiado pesado, deslizándose hacía la profunda oscuridad del océano.

Hubo un segundo, un momento en el que pensé que todavía tenía oportunidad de vivir, pero después todo se volvió borroso, demasiado oscuro como para distinguir algo.


Lenta y dolorosamente me deslicé hacía la inconsciencia sin apenas notar el brazo que me acababa de rodear la cintura, impulsándome con fuerza hacía el exterior.


sábado, 9 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 16: PELEA

Se me formó un nudo en la garganta en el momento en el que tuve que acercarme al círculo donde se efectuaría la pelea.

Con pasos lentos me acerqué al círculo y miré fijamente a Zayn el cuál parecía tan nervioso y asustado como yo.

Liam sopló con fuerza un silbato que marcaba el comienzo de la pelea. Nos quedamos varios segundos mirándonos a los ojos, sin hacer nada. Sin siquiera planearlo lancé mi puño contra su rostro y esta acertó en su pómulo derecho.

Zayn se tocó la mejilla, la cual había adquirido un tono rojizo y me miró con los ojos entrecerrados.

-Zayn ¿Es que no piensas defenderte?- preguntó  Liam con malicia- ¿Vas dejar que una chica te gane?

Aquellas palabras me llenaron de rabia y me sentaron como un puñetazo en el estómago.

La preocupación que antes habitaba en los oscuros ojos de Zayn fue reemplazada por furia y determinación. Se lanzó contra mí antes de que pudiese reaccionar y me pegó un puñetazo en las costillas.

Gemí de dolor e intenté defenderme pero Zayn me tenía agarrada por las muñecas y apenas podía moverme. Se levantó y colocó su pie sobre mi estómago inmovilizándome por completo. Su pie chocó contra mi estómago, haciendo que se me saltasen las lágrimas. Gemí y me retorcí en el suelo con las lágrimas desbordándose por mis ojos.

Zayn volvió a pegarme en las costillas ordenándome que me levantase. Las lágrimas corrían por mi rostro manifestando el dolor que sentía en esos momentos. Me levanté jadeando y cerré los ojos con fuerza esperando el próximo golpe de Zayn, que no llegó.

Tras varios segundos de silencio abrí los ojos y le vi delante de mÍ con la mirada cristalizada.

-No puedo hacerlo- susurró con un hilo de voz. Le miré sorprendida pero él no me devolvió la mirada.
-¿Eso significa que te rindes?- preguntó Liam cruzándose de brazos. Zayn le miró inexpresivo y asintió.

Este se acercó a Zayn y le miró fijamente. Aunque intentaba mantener la calma observé como sus manos temblaban presas del pánico.

La mirada de Liam era demasiado amenazadora como para no inmutarse.

-¿Vas a dejar que una chica te gane así, sin más?- preguntó Liam levantando la voz. Hice un mueca de desagrado al ver como su dedo índice me apuntaba acusadoramente.
-Si.

Los murmullos crecieron en la sala hasta convertirse en gritos de asombro. ¿Zayn Malik se había rendido ante una chica (en este caso se trataba de mí)?

-Bien, _______ es la ganadora de este combate- bufó Liam escribiendo algo en la hoja que sostenía entre las manos.

Salí del círculo jadeando y me situé entre Alexandra y María las cuales me miraban con miedo y trisiteza.

Observé a Zayn colocarse a unos metros de mí,cabizbajo. Estaba… avergonzado. Muy en el fondo de mi ser, existía la posibilidad de que la lástima se compadeciese de mí, pero lo único que sentir hacía Zayn era un profundo odio.

……..

Salí del centro de entrenamiento malhumorada.

Habíamos pasado el resto del día practicando técnicas de combate aunque por fortuna no tuve que volver a luchar ni contra Zayn ni contra ninguno de los otros oponentes.

Sopesé la posibilidad de acudir a la habitación y descansar un rato hasta que se me pasase el enfado pero pensé que lo mejor sería mantenerme alejada de aquellos lugares donde pudiese encontrarme con Zayn y la habitación estaba incluida entre esos lugares.

Comencé a andar por varios lugares que eran totalmente desconocidos para mí. Giré la mirada al dislumbrar una gran sala con cientos de ordenadores. Seguí andando observándolo todo a mi alrededor y choqué con algo duro que me hizo caer al suelo.

Tardé varios segundos en darme cuenta de lo que había pasado y justo en ese momento visualicé una mano tendida delante de mí.

Levanté la mirada encontrándome con esa mirada burlona típica de Zayn.  Me levanté apoyando mis dos manos en el suelo e impulsándome con fuerza.

Nos miramos a los ojos durante unos interminables segundos. El marrón de sus ojos reflejaba superioridad pero muy en fondo noté algo que me estremeció. Era… ¿Deseo?

-¿Por qué lo has hecho?- pregunté con una mano en la cintura. Fruncí el ceño esperando a la respuesta de Zayn el cuál parecía extrañado ante mi pregunta.
-¿El qué?
-Hacerme parecer débil delante de todos- entrecerré los ojos esperando una respuesta convincente por su parte pero él se limitó a encogerse de hombros.

Hizo un ademán con la mano pidiéndome que me apartase de su camino pero no me moví ni un solo centímetro.

-¿Qué pretendes _____?- preguntó Zayn con una sonrisa burlona que superaba los límites de arrogancia.
-Creo que esa no es la pregunta- puntualicé con seriedad- ¿Qué pretendes tú Zayn?

Tras varios segundos sin decir nada, este abrió la boca para hablar pero la cerró inmediatamente.

-No sé a qué te refieres- dijo una vez que hubo pensado sus palabras.
-¿Por qué te negaste a luchar contra mí en el entrenamiento?
-Así que era eso…- murmuró Zayn poniendo los ojos en blanco.
-Si, era eso y no pienso moverme de aquí hasta que no me lo expliques.

Me crucé de brazos y noté como Zayn me desnudaba con su mirada.

-Porque…- comenzó a decir Zayn, pero la frase se quedó suspendida en el aíre inconclusa.

Dio un paso adelante, me esquivó y comenzó a andar hacía la dirección opuesta en la que me dirigía antes de encontrarme con él.

-No tengo que darte explicaciones- concluyó Zayn. Apreté los puños con rabia y me puse roja de la vergüenza al pensar en la humillación que había sufrido por culpa de Zayn.

No había nadie delante de nosotros que hubiese presenciado la escena pero Zayn había salido triunfante y eso era razón suficiente como para estar furiosa.

¿Cuál había sido el verdadero motivo por el que Zayn se había negado a pelear conmigo?


Fuera lo que fuese lo que Zayn ocultaba estaba dispuesta a averiguarlo.


martes, 5 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 15: LIAM

Los murmullos inundaban la sala, llena de adolescentes, todos de la misma edad.

Miré a ambos lados del lugar buscando alguna cara conocida y casualmente me encontré con la fría mirada de Zayn. Sus ojos marrones me miraron sin pudor, lo que provocó que me ruborizase.

Aparté la mirada bruscamente y a los pocos segundos de haberlo hecho me arrepentí enormemente de ello. 

Apartar la mirada en un momento como aquel demostraba cobardía y miedo y no me apetecía que Zayn pensase que le tenía miedo.

-Bien, chicos- comenzó a hablar una voz que no podía pertenecer a otra persona que no fuese… Harry Styles- Os preguntaréis porque os hemos juntado a todos aquí ¿Verdad?

Nos miramos los unos a los otros y asentimos a modo de respuesta.

Harry esbozó una sonrisa y abrió los brazos señalando las paredes de la sala en la que nos encontrábamos. 

Era grande y blanca. Había un círculo en medio de la sala en el cuál se encontraba Harry, cruzado de brazos.

Me estremecí al ver una mesa con cuchillos y varias pistolas. ¿Para qué servirían? ¿Qué tendríamos que hacer con ellas?

-Tiene una sonrisa preciosa- me susurró Daniela al oído. La miré desconcertada y noté como sus mejillas se habían teñido de un rojo pálido, denotando la vergüenza que sentía al haberme dicho aquello.
-¿Te gusta Harry?- pregunté con los ojos muy abiertos. Mi voz sonó más fuerte de lo que me hubiese gustado por lo que todas las miradas se dirigieron a mí.
-¿Tiene algo que objetar señorita ______?- me preguntó Harry frunciendo el ceño.

Negué con la cabeza y bajé la mirada, demasiado avergonzada como para enfrentarme a aquella humillación pública.

-Ha llegado el día en el que vuestro destino y vuestra manera de ver y apreciar las cosas, cambiará para siempre- nos explicó Harry con una sonrisa.

La piel del cuello se me erizó y no fui capaz de dejar de mirar a Harry en busca de una explicación coherente para aquellas palabras que acababa de decir.

De repente la puerta trasera de la sala se abrió, dejando ver la silueta de un chico alto y musculoso. Me tapé la boca al observar su rostro.

No era capaz de asimilar lo que acababa de ver.

Liam se encontraba en medio de la sala junto a Harry, el cual le había dado una palmadita en la espalda a modo de saludo.

-Durante varias semanas evaluaremos vuestras capacidades físicas y mentales y os entrenaremos para que en el futuro podáis defenderos sin necesidad de nadie que os ayude u os defienda- nos explicó una chica con voz dulce.

Era alta y tenía el pelo corto y rizado por la altura de los hombros. Su rostro me resultaba demasiado familiar aunque no lograba identificarla. Tras examinarla durante varios segundos me di cuenta de que era Laura, la chica que junto con Harry y el otro chico rubio me ofreció quedarme en el internado.

-Cuando el entrenamiento acabe, estaréis preparados para enfrentaros al mundo exterior y a las consecuencias que esto conlleva- explicó Harry entrelazando los brazos a la altura del pecho- Cuando llegue ese momento seréis autorizados para vivir fuera de este internado.
-Seréis libres e independientes- añadió Laura con una sonrisa torcida.

Se oyeron vítores y gritos de alegría por toda la sala, sin embargo lo único que hice yo fue quedarme de pie, mirando al vacío mientras todos celebraban que por fín serían libres.

No quería ser libre, lo único que quería era estar protegida.

No quería abandonar el lugar donde me habían acogido.

No quería alejarme de mis verdaderos amigos.

Cuando los gritos cesaron, Liam cogió una hoja y la ojeó con rapidez.

-Os vamos a ir nombrando uno a uno y os asignaremos a un instructor el cual os mostrará vuestra habitación, en la cual dormirán todos los miembros del grupo de entrenamiento- explicó Liam serio. Su voz no era dulce ni cariñosa como antes, había cambiado.

Era dura y potente y no mostraba ningún sentimiento. ¿Qué le había pasado a aquel chico que me salvó la vida en el estanqué?

Esperé a que me nombrasen deseando que me tocase con alguna de las chicas. La idea de estar en un grupo donde no conociese a nadie me producía cierto terror.

-_______- dijo Harry pronunciando mi nombre con cautela- Tu grupo será el tres.

Abrí los ojos como platos al oír aquello. Había tres grupos de entrenamiento. En el primero la instructora era Laura, en el segundo era Harry y en el tercero el instructor era… Liam.

Señaló un extremo de la habitación donde había un grupo de chicos y chicas, observándome. Avancé con paso decidido hasta llegar a ellos. Liam me tocó el hombro y me sonrió a modo de bienvenida.

Me deshice de su agarre y avancé hasta posicionarme al lado de Alexandra. Una de las pocas ventajas de estar en aquel grupo era que estaría acompañada por Alexandra en todo momento.

Ví como María avanzaba hacia nosotras dando saltitos de alegría. Su falda blanca se movía al compás, y eso de daba un aspecto infantil y divertido. Reí y le di un abrazo alegrándome de que estuviésemos las tres juntas.

Desvié la mirada hacía el grupo de Harry y allí vi a Daniela con una sonrisa. Le había tocado en el grupo 2, lo que significaba que su instructor sería Harry.

“Esto no pinta nada bien” pensé riéndome de mi propio pensamiento. Seguí a Liam, el cual comenzó a andar hacía la salida con paso acelerado. Atravesamos varios pasillos hasta llegar a una habitación con las paredes blancas, ennegrecidas por la humedad que se olía en el ambiente.

-Esta será vuestra habitación- dijo Liam dejándonos pasar. Entré la primera y observé las dos filas de literas en los laterales de la habitación, las cuales dejaban un estrecho pasillo entre ellas.

Todos eligieron sus literas y yo me quedé mirando como todos hablaban, reían o incluso se tumbaban para descansar.

-¿Y nuestras antiguas habitaciones?- preguntó una voz desde el fondo de la habitación.
-No las necesitaréis más- respondió Liam con el ceño fruncido- Se reservarán para los nuevos acogidos.
-¿Y la ropa?- preguntó Alexandra coqueta. La miré  solté una risita por lo tonta que se ponía a veces con el tema de los chicos.
-No necesitaréis ropa. A partir de ahora llevaréis un uniforme deportivo con el que pasaréis la mayor parte del tiempo- nos explicó Liam con tono autoritario.

Todos comenzaron a murmurar y oí algunas exclamaciones ahogadas por la nueva norma de vestimenta. No llegué a pensar que el entrenamiento sería tan duro. Y lo que quedaba por llegar…

-En 10 minutos reuniros en la sala de entrenamiento- nos informó Liam cerrando la puerta de la habitación de un portazo.

Alexandra me hizo una seña con la mano desde el fondo de la habitación por lo que anduve hacía donde María y ella se encontraban.

-¿Te gusta esta cama?- Preguntó señalándome una de las camas de abajo, situada justo al lado de unas taquillas de color verde donde cada uno podría guardar sus objetos personales.

Me encogí en respuesta a la pregunta de Alexandra. Me daba igual el lugar donde estuviese mi cama, simplemente quería tumbarme en algún lugar y llorar hasta que las lágrimas se negasen a salir.

-Bien, pues está será tu cama a partir de ahora- afirmó María con una sonrisa.

Asentí esbozando una sonrisa forzada y cogí el uniforme que había sobre mi cama. Era horroroso pero no tenía más remedio que ponérmelo.


…………

Nos encontrábamos en el centro de entrenamiento, esperando a la aparición de Liam, el cuál llegaba 3 minutos tarde.

La puerta lateral de la sala se abrió y apareció él, vestido con un chándal compuesto por una camiseta gris que se ajustaba perfectamente a sus marcados abdominales y unos pantalones negros.

-Por lo que veo habéis sido rápidos- dijo Liam con una sonrisa torcida- espero que siempre sea así.

Nos miró a todos, uno por uno pero por alguna razón evitó mirarme en todo momento.

-Tengo que observar la fuerza de cada uno y basarme en vustra capacidad física para comenzar en entrenamiento. Nos explicó gesticulando- para ellos haremos varios combates donde todos lucharéis contra un oponente.

Miré al suelo preguntándome quien sería la persona con la que tendría que luchar.
Liam comenzó a decir nombres, organizando las parejas que tendrían que luchar entre ellas.

-_______ y Zayn- sentí una punzada de miedo al oír mi nombre pero lo peor fue sin duda pensar que tendría que luchar con ¿Zayn?

Suspiré y miré a Zayn, el cuál miraba el suelo con expresión seria. Me sorprendió encontrarle así de decaído, era como… si no quisiese luchar contra mí, pero ¿Por qué iba a estar triste por tener que enfrentarse a mí?

¿Acaso me tenía miedo o era otra cosa lo que se lo impedía?

sábado, 2 de noviembre de 2013

CAPÍTULO 14: DEFENSA

Me miré en el espejo por tercera vez en un minuto. Intentaba autoconvencerme de que la ropa que llevaba en esos momentos estaba permitida como “presentable”.

Alexandra se encargaba de escoger mi ropa mientras que María y Daniela se ocupaban del peinado y del maquillaje.

-¡Estás preciosa!- exclamó María al verme salir del baño, vestida con aquel conjunto que por muy moderno que fuese seguía siendo atrevido.

Me volví para mirarme al espejo y este me devolvió mi propio reflejo. Contemplé mi figura en el espejo, observando aquellas prendas que las chicas habían escogido por mí;




Nunca había presumido acerca de mi figura ya que no me gustaba destacar pero en verdad, no estaba nada mal.

Tenía las piernas largas y más bien delgadas y el pelo me caía sobre la espalda formando múltiples bucles definidos. Mi pelo era castaño claro aunque las puntas eran rubias. Varios meses atrás me cansé de tener el pelo “normal” y decidí aplicarme un tinte para hacerme unas mechas conocidas como “Mechas californianas”.

Al principio no me quedé muy satisfecha con el resultado pero varios días más tarde me dí cuenta de que había escogido el estilo perfecto para mi pelo.

Tras varios minutos de discursión con las chicas, accedí a salir de la habitación a regañadientes.

No quería presentarme delante de todos con aquel conjunto.

No en aquel momento.

Bajé las escaleras con sumo cuidado para no tropezarme con los altos tacones de las botas que Alexandra había escogido para mí.

Al llegar a la planta inferior del edificio todos dejaros sus conversaciones de lado para prestarme atención. 

Comencé a andar por el pasillo abriéndome paso entre todas las personas que había allí.

Tras varios segundos de completo silencio unos murmullos surgieron del fondo de la sala y se extendieron hasta donde yo me encontraba. Todos los presentes susurraban cosas entre ellos tales como “Mírala, es la nueva” o “Esa es la que besó a Zayn a la fuerza”.

Al oír aquello último me desmoroné y comencé a correr en busca de algún lugar despejado donde la gente no pudiese observarme y aquel lugar fue el lavabo de chicas.

Empujé la puerta y entré dentro de aquel oscuro lugar. Había varias cabinas pegadas en la pared y dos pequeños lavabo en el otro extremo de la habitación.

Entré en uno de los compartimentos y cerré la puerta con pestillo pensando en lo que había sucedido. No podía salir ahí afuera donde cualquiera con dos dedos de frente me juzgaría de una u otra manera.

Me senté en la taza del váter, asegurándome de poner la tapa para no mancharme el conjunto. Miré al suelo y me puse las manos en la cara intentando escapar de aquella situación.

De repente la puerta del baño se abrió y unas voces chillonas comenzaron a parlotear palabras sin sentido. Una de las voces era demasiado conocida para mí.

Aquella voz procedía de… Tania.

El mero hecho de recordar su nombre en mi mente me produjo escalofríos que ni yo misma pude explicar.

-Me han dicho que la chica nueva ha estado paseándose por los pasillos presumiendo de un conjunto que sus vasayos le habían escogido- dijo una de las vocecillas- que pena me da… no es capaz ni de escoger un simple conjunto de ropa.

Todas soltaron una fuerte carcajada seguidas de varias risitas histéricas. Mi mano se dirigió directamente al pomo de la puerta, en un intento por abrirla y pegarle un bofetón a cada una de ellas pero conseguí controlarme.

“Contrólate, contrólate, contrólate, contrólate…” pensé autoconvenciéndome de que pegarlas no sería la mejor opción.

No podía revelar mi posición por lo que permanecí esocndida en la cabina de baño hasta que Tania se dignó a hablar.

-Me las va a pagar- susurró Tania con una potente voz. Miré por el pequeño espacio que había entre la puerta y la cerradura y contemplé el reflejo de su figura en el espejo del baño.

Tania, estaba acompañada por dos chicas más, que eran altas y rubias, seguramente las que se encargaban de hacer el trabajo sucio de esta.

Se acercó al espejo para contemplar su reflejo de cerca y sus palabras me dejaron eladas.

-Voy a hacer lo que sea por verla hundida. Va a estar tan sola que tendrá que marcharse y no volverá nunca más- me estremecí al oír aquellas palabras salidas de la boca de Tania.

Segundos después oí como la suela de sus zapatos repiqueteaba en el suelo, haciendo un gran estruendo. Después la puerta se cerró de golpe devolviéndome a la realidad.

Incliné la cabeza y la oculté en el rostro dispuesta a desahogarme pero no pude. Mi rabia interior no me permitía pensar con claridad y menos aún dejar que las lágrimas cayesen.

Me levanté del váter y me alisé la ropa antes de salir al pasillo. Miré a ambos lados comprobando que Tania y sus secuaces estaban fuera de mi alcance y comencé a andar. Me fue imposible esbozar una sonrisa ya que mis labios se nagaban a curvarse por lo que me resigné a andar con los labios entrecerrados.

-¡Eh novata!- gritó una voz masculina provocando que me girase. No pude identificar al que había gritado aquello por lo que seguí andando como si nada hubiese ocurrido.
-¿Dónde crees que vas?- preguntó una voz de mi pito, a mis espaldas. Puse los ojos en blanco y me giré con los brazos cruzados.
-¿Qué quieres Tania?- pregunté con una sonrisa nerviosa.
-Si- dijo dando un paso al frente, de modo que ambas quedamos a la misma altura, mirándonos fijamente a los ojos- No te vuelvas a besar con mi novio.

Aquellas palabras me extrañaron ya que no recordaba haberme besado con ningún chico que se hiciese llamar “novio” de Tania a no ser que fuese… Zayn.

-¿A cuál de ellos te refieres?- pregunté con una mano en la cadera. Miré de reojo a mi derecha y pude observar como una gran barrera de chicos se agrupaba a nuestro alrededor expectantes de la pelea que seguramente surgiría entre Tania y yo.

Tania miró al suelo indignada y yo sonreí triunfal.

-No te hagas la graciosa- murmuró Tania con recelo- sabes perfectamente a quien me refiero.
-Creo que te estás equivocando de persona- dije entrecerrando los ojos- Yo no me dedico a hacer puterío como otras- acomillé la última palabra con los dedos y la miré de arriba abajo asegurándome que supiese que me refería a ella.

Aquel comentario había sido bastante ofensivo de mi parte pero no tenía otra forma de defenderme. Estaba harta de las chicas creídas y estúpidas como Tania, que simplemente se creían el centro del universo y lo único que deseaban era llamar la atención allá donde fuesen.

Había soportado críticas durante mucho tiempo y era el momento de dejar las cosas claras.

-Eres una…- sus últimas palabras quedaron suspendidas en el aíre sin ser apenas perceptibles ya que la voz de Zayn la interrumpió justo en el momento en el que el insultó salía de sus labios.
-No te atrevas a insultarla- le advirtió Zayn abriéndose paso entre la gran masa de gente que se había concentrado a nuestro alrededor.

Tania le miró desconcertada, incapaz de entender por qué su novio había intervenido en la pelea solo para defenderme.

Para defenderme.

-Zayn ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?- protestó Tania cruzándose de brazos como si fuera una niña pequeña- Ella te besó a la fuerza.

Me señaló con el dedo índice acusadoramente y durante un instante, no… durante más de un instante su mirada se encontró con la mía, haciendo que todo a mi alrededor desapareciese.

-No- negó Zayn con la cabeza- Fui yo la que la besé a la fuerza. Ella se resistió pero la obligué- las palabras de Zayn salieron en un susurro casi perceptible, lo suficientemente alto como para que llegase a mis oídos.

Levanté la mirada y le miré a los ojos, confusa. Se suponía que Zayn, el vanidoso y creído Zayn no debía rebajarse al nivel de una “novata” y admitir que la había besado contra su voluntad por antojo.

Sus palabras habían sido desconcertantes pero sinceras.

Tania comenzó a gritar cosas sin sentido y se puso roja de la rabia al observar mi sonrisa triunfal.

Había ganado la batalla basándome en mis propias palabras.

Una mano, suave me agarró del codo y me arrastró fuera del círculo. Miré a mi alrededor en busca de algúna persona y me encontré con tres caras con expresiones de asombro.

Me llamó la atención la expresión de María. Tenía el ceño fruncido  y varias arrugitas se concentraban en torno a su frente. Resultaba bastante gracioso observarla.

Me llevaron a un lugar despejado donde ningún curioso pudiese encontrarnos y me miraron con los ojos entrecerrados.

-¿Qué pasa?- pregunté dando un paso atrás.
-Esa es la pregunta. ¿Qué te pasa?- preguntó Daniela frunciendo el ceño.- ¿Por qué andas por ahí discutiendo con el primero que te encuentras?
-Ella me provocó, no he hecho absolutamente nada- protesté en mi defensa.
-Sí que has hecho algo. Te has ganado el odio de Tania y eso no se lo recomiendo a nadie- intervino Alexandra cuzándose de brazos.
-Es muy fácil decir eso cuando eres su amiga y hasta estás en su equipo de animadoras ¿Verdad?- pregunté con lágrimas en los ojos. Parpadeé para alejarlas y no dejarlas caer. No quería parecer débil.
-______, no confundas las cosas- me pidió Alexandra con calma pero ya era demasiado para calmarse. Estaba demasiado alterada como para calmarme.
-¿Cómo quieres que las interprete? ¿Qué odias a Tania pero que por el contrario estás en su grupo de animadoras?- pregunté gesticulando con las manos. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos arruinando el maquillaje que Daniela y María me habían aplicado con el fin de que me encontrase radiante.
-No es eso- me explicó Daniela- Alexandra y Tania antes eran mejores amigas y llegó un momento en el que la tensión y la rivalidad por la popularidad llegó a unos límites insoportables.
-Ambas se pasaban el día retándose entre ellas y llegó un día en el que tuvieron una discursión y dejaron se ser las amigas que habían sido siempre- ahora la que hablaba era María cuya camiseta de brillantes brillaba a través de la luz que reflectaba la ventana.
-¿A qué viene todo esto?- pregunté con brusquedad.
-Le prometí a Tania que formaría parte del equipo de las animadoras hasta que saliésemos de este odioso internado- me explicó Alexandra haciendo caso omiso de mi pregunta anterior- después de nuestra pelea cuando Tania se enteró de que planeaba dejar el grupo de animadoras, me amenazó con hundirme y dejarme sola.

Al oír aquello me estremecí por dentro pero no mostré ninguna expresión por fuera.

-¿Qué decidiste hacer?- pregunté con curiosidad.
-Intenté que las constantes amenazas de Tania no me afectasen pero eran demasiado acosadoras como para ignorarlas- los ojos de Alexandra se cristalizaron y de un momento a otro comenzó a sollozar- No puedo alejarme de ella. Me tiene controlada.

Las lágrimas se resbalaban por su rostro humedeciéndolo. Me acerqué a ella y la abracé intentando consolarla, lo que pareció servir ya que a los pocos segundos dejó de llorar y me miró.
-¿Por qué no lo has hablado con el director del internado?- pregunté frunciendo el ceño. Alexandra tenía las mejillas brillantes y las lágrimas seguían cayendo por sus mejillas aunque con menos intensidad.
-Su padre… su padre es el director- murmuró Daniela como si no quisiera que nadie la oyese.

Al oír aquello una furia interior me recorrió la médula espinal.

Aquello era injusto.

Ni Tania ni nadie podía obligar a Alexandra a permanecer en un grupo de chicas que la amenazaban y la obligaban a estar allí.

Negué con la cabeza y eché a correr lejos de aquel lugar. Yo misma me sorprendí ante mi propia reacción pero no había marcha atrás. Había huido y corría alocadamente por uno de los pasillos del internado.

Si Tania había sido así de cruel con Alexandra ¿Qué me haría a mí?

No era capaz de pensar ni de mantener la mente en blanco, solo quería llorar y desahogarme y encontré el lugar perfecto: El jardín donde conocí a Zayn.