Me miré en el espejo por tercera vez en un minuto. Intentaba
autoconvencerme de que la ropa que llevaba en esos momentos estaba permitida
como “presentable”.
Alexandra se encargaba de escoger mi ropa mientras que María
y Daniela se ocupaban del peinado y del maquillaje.
-¡Estás preciosa!- exclamó María al verme salir del baño,
vestida con aquel conjunto que por muy moderno que fuese seguía siendo
atrevido.
Me volví para mirarme al espejo y este me devolvió mi propio
reflejo. Contemplé mi figura en el espejo, observando aquellas prendas que las
chicas habían escogido por mí;
Nunca había presumido acerca de mi figura ya que no me
gustaba destacar pero en verdad, no estaba nada mal.
Tenía las piernas largas y más bien delgadas y el pelo me
caía sobre la espalda formando múltiples bucles definidos. Mi pelo era castaño
claro aunque las puntas eran rubias. Varios meses atrás me cansé de tener el
pelo “normal” y decidí aplicarme un tinte para hacerme unas mechas conocidas
como “Mechas californianas”.
Al principio no me quedé muy satisfecha con el resultado
pero varios días más tarde me dí cuenta de que había escogido el estilo
perfecto para mi pelo.
Tras varios minutos de discursión con las chicas, accedí a
salir de la habitación a regañadientes.
No quería presentarme delante de todos con aquel conjunto.
No en aquel momento.
Bajé las escaleras con sumo cuidado para no tropezarme con
los altos tacones de las botas que Alexandra había escogido para mí.
Al llegar a la planta inferior del edificio todos dejaros
sus conversaciones de lado para prestarme atención.
Comencé a andar por el
pasillo abriéndome paso entre todas las personas que había allí.
Tras varios segundos de completo silencio unos murmullos
surgieron del fondo de la sala y se extendieron hasta donde yo me encontraba.
Todos los presentes susurraban cosas entre ellos tales como “Mírala, es la
nueva” o “Esa es la que besó a Zayn a la fuerza”.
Al oír aquello último me desmoroné y comencé a correr en
busca de algún lugar despejado donde la gente no pudiese observarme y aquel
lugar fue el lavabo de chicas.
Empujé la puerta y entré dentro de aquel oscuro lugar. Había
varias cabinas pegadas en la pared y dos pequeños lavabo en el otro extremo de
la habitación.
Entré en uno de los compartimentos y cerré la puerta con
pestillo pensando en lo que había sucedido. No podía salir ahí afuera donde
cualquiera con dos dedos de frente me juzgaría de una u otra manera.
Me senté en la taza del váter, asegurándome de poner la tapa
para no mancharme el conjunto. Miré al suelo y me puse las manos en la cara
intentando escapar de aquella situación.
De repente la puerta del baño se abrió y unas voces
chillonas comenzaron a parlotear palabras sin sentido. Una de las voces era
demasiado conocida para mí.
Aquella voz procedía de… Tania.
El mero hecho de recordar su nombre en mi mente me produjo
escalofríos que ni yo misma pude explicar.
-Me han dicho que la chica nueva ha estado paseándose por
los pasillos presumiendo de un conjunto que sus vasayos le habían escogido-
dijo una de las vocecillas- que pena me da… no es capaz ni de escoger un simple
conjunto de ropa.
Todas soltaron una fuerte carcajada seguidas de varias
risitas histéricas. Mi mano se dirigió directamente al pomo de la puerta, en un
intento por abrirla y pegarle un bofetón a cada una de ellas pero conseguí
controlarme.
“Contrólate, contrólate, contrólate, contrólate…” pensé
autoconvenciéndome de que pegarlas no sería la mejor opción.
No podía revelar mi posición por lo que permanecí esocndida
en la cabina de baño hasta que Tania se dignó a hablar.
-Me las va a pagar- susurró Tania con una potente voz. Miré
por el pequeño espacio que había entre la puerta y la cerradura y contemplé el
reflejo de su figura en el espejo del baño.
Tania, estaba acompañada por dos chicas más, que eran altas
y rubias, seguramente las que se encargaban de hacer el trabajo sucio de esta.
Se acercó al espejo para contemplar su reflejo de cerca y
sus palabras me dejaron eladas.
-Voy a hacer lo que sea por verla hundida. Va a estar tan
sola que tendrá que marcharse y no volverá nunca más- me estremecí al oír
aquellas palabras salidas de la boca de Tania.
Segundos después oí como la suela de sus zapatos
repiqueteaba en el suelo, haciendo un gran estruendo. Después la puerta se
cerró de golpe devolviéndome a la realidad.
Incliné la cabeza y la oculté en el rostro dispuesta a
desahogarme pero no pude. Mi rabia interior no me permitía pensar con claridad
y menos aún dejar que las lágrimas cayesen.
Me levanté del váter y me alisé la ropa antes de salir al
pasillo. Miré a ambos lados comprobando que Tania y sus secuaces estaban fuera
de mi alcance y comencé a andar. Me fue imposible esbozar una sonrisa ya que
mis labios se nagaban a curvarse por lo que me resigné a andar con los labios
entrecerrados.
-¡Eh novata!- gritó una voz masculina provocando que me
girase. No pude identificar al que había gritado aquello por lo que seguí
andando como si nada hubiese ocurrido.
-¿Dónde crees que vas?- preguntó una voz de mi pito, a mis
espaldas. Puse los ojos en blanco y me giré con los brazos cruzados.
-¿Qué quieres Tania?- pregunté con una sonrisa nerviosa.
-Si- dijo dando un paso al frente, de modo que ambas
quedamos a la misma altura, mirándonos fijamente a los ojos- No te vuelvas a
besar con mi novio.
Aquellas palabras me extrañaron ya que no recordaba haberme
besado con ningún chico que se hiciese llamar “novio” de Tania a no ser que
fuese… Zayn.
-¿A cuál de ellos te refieres?- pregunté con una mano en la
cadera. Miré de reojo a mi derecha y pude observar como una gran barrera de
chicos se agrupaba a nuestro alrededor expectantes de la pelea que seguramente
surgiría entre Tania y yo.
Tania miró al suelo indignada y yo sonreí triunfal.
-No te hagas la graciosa- murmuró Tania con recelo- sabes
perfectamente a quien me refiero.
-Creo que te estás equivocando de persona- dije
entrecerrando los ojos- Yo no me dedico a hacer puterío como otras- acomillé la
última palabra con los dedos y la miré de arriba abajo asegurándome que supiese
que me refería a ella.
Aquel comentario había sido bastante ofensivo de mi parte
pero no tenía otra forma de defenderme. Estaba harta de las chicas creídas y
estúpidas como Tania, que simplemente se creían el centro del universo y lo
único que deseaban era llamar la atención allá donde fuesen.
Había soportado críticas durante mucho tiempo y era el
momento de dejar las cosas claras.
-Eres una…- sus últimas palabras quedaron suspendidas en el
aíre sin ser apenas perceptibles ya que la voz de Zayn la interrumpió justo en
el momento en el que el insultó salía de sus labios.
-No te atrevas a insultarla- le advirtió Zayn abriéndose
paso entre la gran masa de gente que se había concentrado a nuestro alrededor.
Tania le miró desconcertada, incapaz de entender por qué su
novio había intervenido en la pelea solo para defenderme.
Para defenderme.
-Zayn ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo?- protestó
Tania cruzándose de brazos como si fuera una niña pequeña- Ella te besó a la
fuerza.
Me señaló con el dedo índice acusadoramente y durante un
instante, no… durante más de un instante su mirada se encontró con la mía,
haciendo que todo a mi alrededor desapareciese.
-No- negó Zayn con la cabeza- Fui yo la que la besé a la
fuerza. Ella se resistió pero la obligué- las palabras de Zayn salieron en un
susurro casi perceptible, lo suficientemente alto como para que llegase a mis
oídos.
Levanté la mirada y le miré a los ojos, confusa. Se suponía
que Zayn, el vanidoso y creído Zayn no debía rebajarse al nivel de una “novata”
y admitir que la había besado contra su voluntad por antojo.
Sus palabras habían sido desconcertantes pero sinceras.
Tania comenzó a gritar cosas sin sentido y se puso roja de
la rabia al observar mi sonrisa triunfal.
Había ganado la batalla basándome en mis propias palabras.
Una mano, suave me agarró del codo y me arrastró fuera del
círculo. Miré a mi alrededor en busca de algúna persona y me encontré con tres
caras con expresiones de asombro.
Me llamó la atención la expresión de María. Tenía el ceño
fruncido y varias arrugitas se
concentraban en torno a su frente. Resultaba bastante gracioso observarla.
Me llevaron a un lugar despejado donde ningún curioso
pudiese encontrarnos y me miraron con los ojos entrecerrados.
-¿Qué pasa?- pregunté dando un paso atrás.
-Esa es la pregunta. ¿Qué te pasa?- preguntó Daniela
frunciendo el ceño.- ¿Por qué andas por ahí discutiendo con el primero que te
encuentras?
-Ella me provocó, no he hecho absolutamente nada- protesté
en mi defensa.
-Sí que has hecho algo. Te has ganado el odio de Tania y eso
no se lo recomiendo a nadie- intervino Alexandra cuzándose de brazos.
-Es muy fácil decir eso cuando eres su amiga y hasta estás
en su equipo de animadoras ¿Verdad?- pregunté con lágrimas en los ojos.
Parpadeé para alejarlas y no dejarlas caer. No quería parecer débil.
-______, no confundas las cosas- me pidió Alexandra con
calma pero ya era demasiado para calmarse. Estaba demasiado alterada como para
calmarme.
-¿Cómo quieres que las interprete? ¿Qué odias a Tania pero
que por el contrario estás en su grupo de animadoras?- pregunté gesticulando
con las manos. Las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos arruinando el
maquillaje que Daniela y María me habían aplicado con el fin de que me
encontrase radiante.
-No es eso- me explicó Daniela- Alexandra y Tania antes eran
mejores amigas y llegó un momento en el que la tensión y la rivalidad por la
popularidad llegó a unos límites insoportables.
-Ambas se pasaban el día retándose entre ellas y llegó un
día en el que tuvieron una discursión y dejaron se ser las amigas que habían
sido siempre- ahora la que hablaba era María cuya camiseta de brillantes
brillaba a través de la luz que reflectaba la ventana.
-¿A qué viene todo esto?- pregunté con brusquedad.
-Le prometí a Tania que formaría parte del equipo de las
animadoras hasta que saliésemos de este odioso internado- me explicó Alexandra
haciendo caso omiso de mi pregunta anterior- después de nuestra pelea cuando
Tania se enteró de que planeaba dejar el grupo de animadoras, me amenazó con
hundirme y dejarme sola.
Al oír aquello me estremecí por dentro pero no mostré
ninguna expresión por fuera.
-¿Qué decidiste hacer?- pregunté con curiosidad.
-Intenté que las constantes amenazas de Tania no me
afectasen pero eran demasiado acosadoras como para ignorarlas- los ojos de
Alexandra se cristalizaron y de un momento a otro comenzó a sollozar- No puedo
alejarme de ella. Me tiene controlada.
Las lágrimas se resbalaban por su rostro humedeciéndolo. Me
acerqué a ella y la abracé intentando consolarla, lo que pareció servir ya que
a los pocos segundos dejó de llorar y me miró.
-¿Por qué no lo has hablado con el director del internado?-
pregunté frunciendo el ceño. Alexandra tenía las mejillas brillantes y las
lágrimas seguían cayendo por sus mejillas aunque con menos intensidad.
-Su padre… su padre es el director- murmuró Daniela como si
no quisiera que nadie la oyese.
Al oír aquello una furia interior me recorrió la médula
espinal.
Aquello era injusto.
Ni Tania ni nadie podía obligar a Alexandra a permanecer en
un grupo de chicas que la amenazaban y la obligaban a estar allí.
Negué con la cabeza y eché a correr lejos de aquel lugar. Yo
misma me sorprendí ante mi propia reacción pero no había marcha atrás. Había
huido y corría alocadamente por uno de los pasillos del internado.
Si Tania había sido así de cruel con Alexandra ¿Qué me haría
a mí?
No era capaz de pensar ni de mantener la mente en blanco,
solo quería llorar y desahogarme y encontré el lugar perfecto: El jardín donde
conocí a Zayn.
OMG!!!! Esa mendiga Tania me cae mal ¬¬
ResponderEliminarpero Zayn!!! :DD defendió a rayis!! :DD
eso es todo Zaynster!!
Siguela pronto! muero por saber que pasa despues!
Aggg... Odio a Tania nose como pudo ser mi mejor amiga...
ResponderEliminarY Zayn defiende a Rashita que tierno
La Rayis debería quedarse con Zayn
Síguela pronto PLEASE
Besos XXX
Alex !!! :3