Comencé a desmigajar la magdalena integral con
los dedos, dejando las migas esparcidas por toda la mesa. En comedor del
internado era un lugar ruidoso lleno de gente que se contaban las anécdotas más
graciosas que les habían pasado durante el día.
Daniela hablaba desenfrenadamente acerca de lo
guapo y de lo enamorada que resultaba estar de su instructor Harry.
Alexandra y María se reían al compás por las
divertidas historias que Daniela les contaba. Sin duda su grupo de entrenamiento
era más animado que el nuestro.
-¿Qué piensas acerca de eso?- me preguntó
Daniela observando los trocitos de magdalena desperdigados por la mesa.
-Eh… ¿Qué?- pregunté haciéndome la tonta. En
verdad, no tenía ni la más remota idea de lo que me estaba hablando. Había
estado demasiado ocupada sumida en mis asuntos y no la había prestado atención.
-¿No nos estabas escuchando?- preguntó María
frunciendo el ceño. Daniela enarcó una ceja intentando parecer indignada pero
su intento fue en vano.
-Yo… estaba… pensando en lo que había pasado
hoy- me excusé con timidez. Todas parecieron creérselo pero Daniela me miró
sospechando.
-¿Qué ha pasado hoy?- preguntó mirando a María
para le explicase lo que esta deseaba saber.
-Bueno… ha habido un pequeño accidente en el
acantilado al que íbamos a ir para hacer una actividad- explicó María
gesticulando con las manos.
-¿Accidente?
-Sí, Liam obligó a _______ a saltar por el
borde y como no sabía nadar Zayn tuvo que rescatarla- esta vez la que habló fue
Alexandra.
Noté la mirada divertida de Daniela sobre mí y
bajé la cabeza avergonzada. Mis mejillas se volvieron de un color rojizo en
poco menos de un minuto.
Todas empezaron a reírse descontroladamente y
yo las imité intentando quitarle importancia al asunto.
-Vaya, vaya… así que el chico enamorado salva
a su princesa- objetó Daniela con sarcasmo. Aquella frase me dejó bastante
trastocada a pesar de que no sabía a lo que se refería. Se hizo una largo
silencio.
Volví a levantar la mirada y pude observar
como Alexandra fulminaba a Daniela con la mirada por haber dicho aquello.
-¿A qué te referías con eso Daniela?- pregunté
con curiosidad.
-A nada- contestó María rápidamente.
Me encogí de hombros y decidí no insistir en
aquel tema.
-Chicas, venid os quiero presentar a alguien-
dijo Alexandra con una gran sonrisa. Atravesamos el comedor y llegamos a una
mesa donde varios chicos reían de forma estrepitosa.
-¡Niall!- gritó Alexandra llamando la atención
de un chico rubio con ojos azules. Era más bien bajito y delgado, con el
flequillo cayéndole por la frente.
Sonrió al vernos y se acercó a Alexandra para
darla un abrazo. Me sorprendió ver que había tanta confianza entre ellos ya que
apenas les había visto juntas.
-Chicas os presento a Niall, un amigo de la
infancia- dijo Alexandra extendiendo los brazos hacía él.
-Esta es _____- me presentó señalándome.
-Ella es María- volvió a señalar a María con
su dedo índice.
-Daniela- sonrió con dulzura y nos invitó a
sentarnos en la mesa que compartía con otros chicos. Me senté en frente de un chico
de pelo oscuro, cuya cara era apenas visible debido a la escasa iluminación del
lugar. Le miré durante unos segundos y él me devolvió la mirada dejándome
helada. Era… él.
-Zayn ¿Conoces a ______?- preguntó Niall
mirándonos con curiosidad.
Abrí los ojos como platos al oír aquello.
Sabía que la pregunta iba con segundas intenciones.
-Como para no conocerla- murmuró Zayn entre
dientes removiendo con el tenedor los guisantes que había en su plato.
-¿La rescataste esta mañana cierto?- preguntó
Daniela con segundas intenciones.
-Si.
-¿Y por qué lo hiciste?- pregunté
automáticamente. Tras varios segundos de reflexión me dí cuenta de la estupidez
que había cometido haciéndole esa pregunta a Zayn.
-Si no lo hacía yo no la haría nadie, así que
no tenía más remedio.
Al oír aquello me quedé totalmente paralizada.
¿Me había salvado simplemente por obligación? Esperé a que todos retomaran el
tema de conversación donde lo habían dejado antes de interrogar a Zayn, para
ocultar mi rostro entre las sombras del comedor.
Varias lágrimas saladas rodaron por mis
mejillas. Me las segué rápidamente pero otras volvieron a ocupar su lugar.
Intenté no ser demasiado obvia en cuanto a mis lágrimas pero el hecho de tener
a Zayn enfrente de mí observándome no ayudaba en absoluto.
Le pillé varias veces mirándome de soslayo
pero no le dí importancia alguna. Al fin y al cabo, no le agradaba y nunca
llegaría a hacerlo.
Finalmente le miré con los ojos rojos y
humedecidos y él me miró con compasión.
-Eh… yo, tengo que ir al baño- me excusé levantándome
de la mesa. Giré la cabeza rápidamente para que nadie presenciara mis lágrimas
y corrí hacía el pasillo sin importarme si llamaba la atención. Corrí y corrí
buscando algún lugar donde esconderme y finalmente encontré un pequeño hueco y
me senté allí.
Las lágrimas amenazaban con volver a mi rostro
pero conseguí contenerme justo antes de que la esbelta y delgada figura de Zayn
apareciese delante de mí.
“¿Es que no piensa dejar de seguirme?” pensé
frustrada.
Zayn se sentó a mi lado, recostado sobre la
pared.
-¿Y ese cambio de actitud?- preguntó
mirándome. La tenue luz iluminaba la mitad de su cara, dejando la otra a mercer
de la oscuridad.
-¿Y ese estallido de sarcasmo?- pregunté
entrecerrando los ojos. Zayn pareció entender a lo que me refería ya que
estalló en carcajadas.- ¿Qué es lo que te hace tanta gracia?- pregunté furiosa.
Zayn me miró y por unos segundos noté
compasión en su mirada.
-Te refieres a lo de por qué te salvé la vida
¿Verdad?- preguntó con una sonrisa en sus labios. Me estremecí al oír aquello.
Dicho por Zayn sonaba mucho más normal de lo que habría sido. No todos los días
se le salvaba la vida a alguien…
Asentí mirándole a los ojos. Apretó los labios
hasta formar una fina línea apenas visible con la luz de la bombilla que
colgaba delante de nosotros.
-Bien, eso no ha sido un “estallido de
sarcasmo”- acomilló las dos últimas palabras con los dedos- es simplemente una
mentira.
Abrí los ojos como platos.
-¿A… a qué te refieres con “mentira”?
-Te estoy hablando con todo el sentido literal
de la palabra. He mentido, eso es todo- respondió con una sonrisa, como si lo
que estuviese diciendo no tuviese ninguna importancia.
Cabía la posibilidad de que para él haber
dicho aquello fuese lo más normal del mundo, pero para mí, no lo era. Acababa
de admitir que no me había salvado por obligación sino por algo más. Pero… ¿Qué
era eso que le había impulsado a salvarme la vida?
-¿Y por qué lo has hecho?- pregunté ladeando
la cabeza. Aquella conversación se estaba tornando interesante.
-Porque… no quiero admitirlo- susurró como si
temiera que alguien le escuchara.
-¿Qué es lo que no quieres admitir?- pregunté
frunciendo el ceño. Todo aquello se estaba volviendo demasiado confuso.
-Que… - dejo la frase en el aíre dejando que
las palabras se consumieran en el ambiente.
-¿Qué?- pregunté impaciente. Aquello se estaba
volviendo demasiado misterioso.
¿Por qué habría tenido que mentir Zayn? ¿Qué
motivos tenía para hacerlo?
-Porque te amo- dijo sin pensárselo dos veces.
Le miré sorprendida incapaz de reaccionar ante aquella confesión.
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