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jueves, 26 de diciembre de 2013

CAPÍTULO 24: SECRETOS


-¿Qué?-  pregunté con un hilo de voz. Quise levantarme de la cama, salir de aquella oscura habitación y enfrentarme a todos los que habían decidido el destino de Zayn- No pueden hacer eso, no pueden hacerlo…
Chillé casi histérica. Movía los brazos descontroladamente y mis gritos histéricos retumbaban en la habitación. Liam me observaba atentamente y tras varios segundos se levantó y salió de la habitación.
-No pueden hacerlo, no pueden hacerlo, no pueden hacerlo- susurraba en un intento constante por calmarme. Mi voz sonaba quebradiza pero necesitaba gritar y desahogarme. Tras varios minutos de soledad en la habitación, Liam entró acompañado de una mujer vestida de blanco.
Al verla mis sollozos aumentaron de intensidad. ¿Qué quería hacer Liam conmigo? ¿Había sido todo una trampa?
-________, te presento a Sophia, ella cuidará de ti en mi ausencia- dijo Liam con una sonrisa. Después se acercó a mi oído y pegó su rostro contra el mío.- No te va a hacer daño.
Su susurró fue apenas aludible pero conseguí oírlo. No fue muy reconfortante para mí ya que seguía sollozando pero me había dejado claro que él estaba de mi parte. La mujer tendría entre treinta y treinta y cinco años y vestía con una bata banca que le llegaba hasta las rodillas. Sin decir ni una sola palabra abrió el maletín azul que sostenía en su mano derecha y sacó de él una jeringuilla.
Se acercó a mí sosteniéndola con delicadeza y me sonrió dulcemente antes de acercarme la jeringuilla al brazo.
-¿Qué es eso?- pregunté secándome las lágrimas de los ojos.
-Morflina- respondió la mujer acercando la jeringuilla a la parte interior de mi codo. Aparté el brazo con brusquedad cuando comprendí lo que pretendía y la fulminé con la mirada.
-¿Para qué sirve?- pregunté entrecerrando los ojos. Hice un gran esfuerzo por no echarme a llorar de nuevo, pero sabía hacerlo solo empeoraría las cosas.
-Es para… relajarte- me respondió Sophia sin desviar los ojos de mi brazo.
-¡No me vas a inyectar nada!- grité de repente.- ¡Todo es una táctica para matarme!
Me situé lo más lejos de la mujer que pude. Agarrándome a  la pata de una de las sillas para no caerme.
-Solo va a ser un pequeño pinchazo y verás como después te sientes mejor- me sonrió con la jeringuilla aún en la mano.
-¡No!- grité con la voz ronca. Al ver que la miraba amenazante la apartó de mí y salió de la habitación. Segundos después volvió acompañada de Liam, el cual me miraba con el ceño fruncido.
-______- dijo sentándose a mi lado en la cama de al lado- deja que Sophia haga su trabajo.
-¿Su trabajo es matarme?- pregunté con voz chillona. No quería que me inyectase nada y menos aún si no tenía ni idea de qué era lo que me iba a inyectar- ¿Y si la ha enviado Daniel para que me mate?
Liam puso los ojos en blanco y me sostuvo la cara entre las manos.
-Mientras estés conmigo nadie te va a hacer daño- susurró muy cerca de mí, demasiado quizás. Le miré a los ojos y supe que no mentía, que mientras estuviese con él nada malo me ocurriría.
Entonces, noté un dolor agudo en la parte interior del codo, como si me hubiesen clavado algo. Me giré bruscamente y ví una jeringuilla del tamaño de mi antebrazo, clavada en mi brazo.
Quise arrancarla de mi piel pero ya era demasiado tarde. Todo mi cuerpo comenzó a relajarse a una velocidad de vértigo. Los párpados me pesaban demasiado como para soportar tenerlos abiertos así que dejé que se cerraran, poco a poco, induciéndome a un extraño mundo dentro de la inconsciencia.

……..

Desperté presa del pánico  por la pesadilla que se había colado en mis sueños.
-¡Ayuda!- grité incorporándome de golpe en la cama. Miré a mi alrededor y me dí cuenta de que seguía en aquella habitación.
-Shh- susurró alguien acariciándome el pelo con suavidad. Me giré y vi a Liam sentadoa mi lado, con profundas ojeras azuladas debajo de los ojos.
-¿Cuánto tiempo he estado durmiendo?- pregunté con voz dura.
-Cuatro días- dijo él mordiéndose el labio inferior. Le miré con los ojos como platos incapaz de creer lo que me acababa de decir.
-¡¿Cuatro  días!?- exclamé asustada- ¿Cómo he podido dormir tanto?
-El efecto de la morflina tarda bastante en pasarse- me explicó Liam rascándose la nuca.
Le fulminé con la mirada y me senté en el colchón, apoyando mis pies descalzos en el suelo. Me levanté y al hacerlo noté un agudo dolor en las costillas pero lo ignoré.
-¿Dónde vas?- se apresuró a preguntar Harry agarrándome por el codo. Me zafé de su agarre y seguí andando hacía la puerta del baño. Afortunadamente aún seguía vestida con el vestido el cual estaba manchado y roto por ciertas zonas bastante íntimas.
-Tengo que ir a buscar a mis amigas y decirles que estoy bien- contesté sin parame y mirarlo a los ojos.
“Y a Zayn” pensé con una sonrisa tímida. El hecho de poder volver a verle, me reconfortaba más que ninguna otra cosa en el mundo.
-No- gruñó Liam interponiéndose en mi camino. Cruzó los brazos sobre el pecho y me miró con furia.- He avisado a todos de que estás enferma y que no podrías participar en las actividades durante varios días.
-¿Y a Zayn?- pregunté con un hilo de voz. No me agradaba preguntarle aquello precisamente a él pero era la única forma que tenía de asegurarme de que Zayn no estaría vagando por el internado buscándome y preocupado por mí.
-Sí, a él también se lo he dicho- gruñó Liam haciendo una mueca- aunque me ha exigido verte. Al oír aquello una sonrisa de felicidad de dibujó en mi cara.
-¿Y qué le has dicho?- pregunté enarcando una ceja.
-Que estabas en la enfermería- respondió él haciendo un ademán con la mano. – pero le he prohibido el paso porque necesitabas descansar.
-¿Por qué lo has hecho?- pregunté enfurecida. Lo que más deseaba en esos momentos era ver a Zayn y lo que menos deseaba era que Liam le impidiese verme.
-Si pudiese entrar a verte, comenzaría a hacerte preguntas y te puedo asegurar que no es nada seguro que se entere de que casi te matan- al oír sus últimas palabras me estremecí al recordar la pesadilla por la que pasé antes de llegar a la habitación donde me encontraba, que seguramente sería la enfermería.
Varias lágrimas se deslizaron por mis párpados y rodaron por mis mejillas.
-Necesito verle- susurré mirándo al suelo.
-Y lo harás- dijo Liam- mañana, todos los que se clasificaron podrán salir de este internado y vivir en cualquier lugar del mundo.
-¿Mañana podré irme?- pregunté con un chispa de esperanza surgiendo dentro de mi.
-Sí- respondió cogiéndome en brazos. Me llevó hasta la cama y me colocó en el colchón con precaución para no hacerme daño. Me miró y se sentó a mi lado acunándome la cara con su mano. Me acarició la mejilla dulcemente durante un par de segundos .
-Gracias- susurré y caí en un profundo sueño del que no despertaría hasta la mañana siguiente.




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