CAPÍTULO 28: ¿SUEÑO O REALIDAD?
NARRAS TÚ:
Pasaron varios días y con ellos los conciertos y todas las
entrevistas que había concertado Anna para nosotras.
Durante todo ese tiempo no volví a ver a Brad lo que me
resultó bastante extraño debido a lo que me dijo días atrás.
Llegó el día de nuestra partida a Londres y no me levanté de
muy buen humor. No me apetecía abandonar Irlanda para volver a Londres, el
lugar donde había vivido los mejores y peores momentos de mi vida.
Hablé con Anna y conseguí convencerla para poder quedarme
varios días más en aquella ciudad a la que tanto cariño la había cogido.
-Te voy a echar de menos- espetó Naomi dándome un cariñoso
abrazo.
-Tienes que estar en Londres el día de mi cumpleaños ¿Vale?-
musitó Irene con lágrimas en los ojos y me dio un beso en la mejilla para
después entrar en la limusina que las esperaba para llevarlas de vuelta a
Londres.
Paula no dijo nada, simplemente me abrazó y se alejó
arrastrando su maleta.
Anna me dio otro abrazo y me dijo:
-Disfruta los 3 días que estarás en esta hermosa ciudad- me
miró sonriente y se colocó el bolso en el hombro.
-No lo dudes- respondí devolviendole la sonrisa. Vi como
entraba en el coche y este emprendía su marcha.
Levanté mi mano derecha y la agité en el aíre despidiendolas
hasta que el el coche quedó atrapado por la espesa y profunda niebla que reinaba en el ambiente.
Entré en el hotel y arrastré los pies hasta el ascensor, el
cuál se encontraba en la quinta planta, por lo que tuve que esperar a que
bajase.
Noté la atenta mirada de alguien sobre mí, por lo que
recorrí la planta baja del hotel con la mirada, sin ningún resultado
satisfactorio. Mi vista se dirigió a la ranura situada entre el suelo y la
moqueta marrón que lo cubría, sin embargo volví a notar aquella extraña
sensación de que estaba siendo observada por alguien.
Las puertas metálicas del ascensor se abrieron con un
desafiante chirrido que me provocó un terrible e instantáneo dolor de oídos.
Marqué la planta correspondiente y el ascensor ascendió hasta llegar a dicha
planta.
Las puertas se volvieron a abrir aunque esta vez el sonido
chirriante desapareció por completo. Cuando estas se abrieron por completo me
ofrecieron una vista del panorama que tenía delante; Miles de periodistas se
agrupaban en un diminuto corro extendiendo sus cámaras y micrófonos en mi
dirección intentando que respondiese a las preguntas que me formulaban a la
vez.
Me asusté tanto que estuve apunto de perder el sentido y
caer al suelo inconsciente pero antes de que esto ocurriera, alguien me agarró
por la cintura y me arrastró por detrás de un biombo de color canela que
separaba los diferentes pasillos de habitaciones.
No pude ver la cara de la persona que me había salvado de
aquel calvario, hasta que entramos en una habitación grande y luminosa que
ofrecía unas espectaculares vistas panorámicas del centro de Dublín.
Me agaché intentando recuperar al aliento, cuando un chico
se acercó a mí. Levanté la mirada y me encontré con esos profundos ojos azules
que tanto me recordaban a los de Niall.
-Brad- dije con aliento entrecortado.
-_______(tn)- pronunció mi nombre sensualmente lo que
provocó miles de estímulos dentro de mi- no sé qué habrían hecho todos aquellos
periodistas si no te hubiese sacado de allí- soltó una carcajada por su propio
comentario y me miró esperando una respuesta.
-Gracias- musité cansada. No me explicaba la razón por la
cual me encontraba tan débil pero lo cierto era que no podía dar dos pasos sin
tener que agarrarme a la pared.
Brad me miró extrañado y se acercó a mi para comprobar que
me encontraba bien.
-¿Te encuentras bien?- preguntó tocándome la frente en busca
de algún síntoma que mostrase que tenía gripe.
-No mucho- dije mirando al suelo.
-Creo que tienes fiebre- dijo cogiéndome de la muñeca. Me llevó
a una habitación donde había una amplia cama con dosel y una larga mesa llena
de papeles- siéntate.
Hice como este dijo y me puse la mano en la frente
comprobando que estaba caliente, muy caliente.
Tras varios minutos Brad regresó con un vaso lleno de agua.
-Toma- dijo entregándome el vaso para que me lo bebiese.
Supuse que era una medicina para bajar la fiebre por lo que me lo bebí y
comprobé que no era agua como yo creía. Era un líquido blanquecino con un sabor
bastante amargo.
Hice una mueca de desagrado a lo que Brad rió divertido.
-Lo mejor será que vuelva a mi habitación- dije levantándome
de la cama.
-¿Y tener que volver a salvarte de las garras de esos
desquiciados periodistas?- dijo Brad con sarcasmo- ni que estuviera yo loco.
Posicionó las manos sobre mis hombros ejerciendo tal fuerza en mi que no me
quedó más remedio que sentarme.
-¿Y cuando voy a poder volver?- pregunté mirándolo
preocupada.
-Cuando desaparezcan todos esos moscones que lo único que
hacen es molestar- dijo dándose la vuelta para salir de la habitación- y cuando
te mejores.
Opté por tumbarme en la cama y descansar un rato hasta que
la manada de periodistas curiosos que invadían la entrada de mi habitación ,
desapareciese de allí a ser posible para siempre.
Hice el intento de cerrar los ojos sin quedarme dormida pero
fallé ya que a los pocos minutos de cerrarlos me había quedado completamente
dormida. Aún dormida pude distinguir unas pisadas que hacían que el suelo
crujiese. Entreabrí los ojos y vi allí a Brad, el cual me observaba
atentamente. Se sentó en la cama, a mi lado y me estremecí pensando las cosas
que podría hacerme.
Acercó su mano a mi cara y retiró un mechón rebelde,
colocandolo detrás de mi oreja. Me contempló durante varios minutos lo que me
pareció una eternidad.
Cuando por fin se levantó de mi cama susurró algo que no
pude oí bien pero después dijo:
-Te amo- susurró mientras cerraba la puerta de la
habitación.
Nunca logré averiguar si aquello fue un sueño o realmente
sucedió pero lo único que supe fue que si había sucedido realmente, Brad me
amaba y eso no era precisamente lo que yo quería.
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