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viernes, 14 de junio de 2013

NOVELA NIALL & TÚ: CAPÍTULO 28

CAPÍTULO 28: ¿SUEÑO O REALIDAD?
NARRAS TÚ:
Pasaron varios días y con ellos los conciertos y todas las entrevistas que había concertado Anna para nosotras.
Durante todo ese tiempo no volví a ver a Brad lo que me resultó bastante extraño debido a lo que me dijo días atrás.
Llegó el día de nuestra partida a Londres y no me levanté de muy buen humor. No me apetecía abandonar Irlanda para volver a Londres, el lugar donde había vivido los mejores y peores momentos de mi vida.
Hablé con Anna y conseguí convencerla para poder quedarme varios días más en aquella ciudad a la que tanto cariño la había cogido.
-Te voy a echar de menos- espetó Naomi dándome un cariñoso abrazo.
-Tienes que estar en Londres el día de mi cumpleaños ¿Vale?- musitó Irene con lágrimas en los ojos y me dio un beso en la mejilla para después entrar en la limusina que las esperaba para llevarlas de vuelta a Londres.
Paula no dijo nada, simplemente me abrazó y se alejó arrastrando su maleta.
Anna me dio otro abrazo y me dijo:
-Disfruta los 3 días que estarás en esta hermosa ciudad- me miró sonriente y se colocó el bolso en el hombro.
-No lo dudes- respondí devolviendole la sonrisa. Vi como entraba en el coche y este emprendía su marcha.
Levanté mi mano derecha y la agité en el aíre despidiendolas hasta que el el coche quedó atrapado por la espesa y profunda niebla que reinaba en el ambiente.
Entré en el hotel y arrastré los pies hasta el ascensor, el cuál se encontraba en la quinta planta, por lo que tuve que esperar a que bajase.
Noté la atenta mirada de alguien sobre mí, por lo que recorrí la planta baja del hotel con la mirada, sin ningún resultado satisfactorio. Mi vista se dirigió a la ranura situada entre el suelo y la moqueta marrón que lo cubría, sin embargo volví a notar aquella extraña sensación de que estaba siendo observada por alguien.
Las puertas metálicas del ascensor se abrieron con un desafiante chirrido que me provocó un terrible e instantáneo dolor de oídos. Marqué la planta correspondiente y el ascensor ascendió hasta llegar a dicha planta.
Las puertas se volvieron a abrir aunque esta vez el sonido chirriante desapareció por completo. Cuando estas se abrieron por completo me ofrecieron una vista del panorama que tenía delante; Miles de periodistas se agrupaban en un diminuto corro extendiendo sus cámaras y micrófonos en mi dirección intentando que respondiese a las preguntas que me formulaban a la vez.
Me asusté tanto que estuve apunto de perder el sentido y caer al suelo inconsciente pero antes de que esto ocurriera, alguien me agarró por la cintura y me arrastró por detrás de un biombo de color canela que separaba los diferentes pasillos de habitaciones.
No pude ver la cara de la persona que me había salvado de aquel calvario, hasta que entramos en una habitación grande y luminosa que ofrecía unas espectaculares vistas panorámicas del centro de Dublín.
Me agaché intentando recuperar al aliento, cuando un chico se acercó a mí. Levanté la mirada y me encontré con esos profundos ojos azules que tanto me recordaban a los de Niall.
-Brad- dije con aliento entrecortado.
-_______(tn)- pronunció mi nombre sensualmente lo que provocó miles de estímulos dentro de mi- no sé qué habrían hecho todos aquellos periodistas si no te hubiese sacado de allí- soltó una carcajada por su propio comentario y me miró esperando una respuesta.
-Gracias- musité cansada. No me explicaba la razón por la cual me encontraba tan débil pero lo cierto era que no podía dar dos pasos sin tener que agarrarme a la pared.
Brad me miró extrañado y se acercó a mi para comprobar que me encontraba bien.
-¿Te encuentras bien?- preguntó tocándome la frente en busca de algún síntoma que mostrase que tenía gripe.
-No mucho- dije mirando al suelo.
-Creo que tienes fiebre- dijo cogiéndome de la muñeca. Me llevó a una habitación donde había una amplia cama con dosel y una larga mesa llena de papeles- siéntate.
Hice como este dijo y me puse la mano en la frente comprobando que estaba caliente, muy caliente.
Tras varios minutos Brad regresó con un vaso lleno de agua.
-Toma- dijo entregándome el vaso para que me lo bebiese. Supuse que era una medicina para bajar la fiebre por lo que me lo bebí y comprobé que no era agua como yo creía. Era un líquido blanquecino con un sabor bastante amargo.
Hice una mueca de desagrado a lo que Brad rió divertido.
-Lo mejor será que vuelva a mi habitación- dije levantándome de la cama.
-¿Y tener que volver a salvarte de las garras de esos desquiciados periodistas?- dijo Brad con sarcasmo- ni que estuviera yo loco. Posicionó las manos sobre mis hombros ejerciendo tal fuerza en mi que no me quedó más remedio que sentarme.
-¿Y cuando voy a poder volver?- pregunté mirándolo preocupada.
-Cuando desaparezcan todos esos moscones que lo único que hacen es molestar- dijo dándose la vuelta para salir de la habitación- y cuando te mejores.
Opté por tumbarme en la cama y descansar un rato hasta que la manada de periodistas curiosos que invadían la entrada de mi habitación , desapareciese de allí a ser posible para siempre.
Hice el intento de cerrar los ojos sin quedarme dormida pero fallé ya que a los pocos minutos de cerrarlos me había quedado completamente dormida. Aún dormida pude distinguir unas pisadas que hacían que el suelo crujiese. Entreabrí los ojos y vi allí a Brad, el cual me observaba atentamente. Se sentó en la cama, a mi lado y me estremecí pensando las cosas que podría hacerme.
Acercó su mano a mi cara y retiró un mechón rebelde, colocandolo detrás de mi oreja. Me contempló durante varios minutos lo que me pareció una eternidad.
Cuando por fin se levantó de mi cama susurró algo que no pude oí bien pero después dijo:
-Te amo- susurró mientras cerraba la puerta de la habitación.

Nunca logré averiguar si aquello fue un sueño o realmente sucedió pero lo único que supe fue que si había sucedido realmente, Brad me amaba y eso no era precisamente lo que yo quería.


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